Dinámicas de aspiración y anticipación
Al tratar de entender las diferentes temporalidades del futuro en América Latina, los investigadores tienen que mirar los conceptos del futuro que se superponen e interactúan y que provienen no solo de diferentes regiones del mundo, sino también de diferentes regímenes temporales. Nuestro programa de investigación, por lo tanto, se enfoca en las aspiraciones y anticipaciones de las personas en América Latina para investigar las proyecciones de los diferentes protagonistas del “tiempo venidero” y los procesos históricos y sociales que determinan sus prácticas para crear el futuro. Mientras que en nuestra concepción las aspiraciones se refieren al proceso de construir activamente el futuro (por ejemplo: proyectos de conquista y colonización, establecimiento de sistemas educativos, movimientos revolucionarios), el término anticipaciones denota una reacción a posibles sucesos futuros y una forma de hacer frente a contingencias (por ejemplo: preparativos para catástrofes naturales, desarrollos demográficos, adaptación o negación del proyecto occidental de ‘modernización’, migración y exilio).
Partimos de la suposición de que las aspiraciones son un motivador principal para las prácticas con las que las personas participan activamente en el porvenir. Arjun Appadurai sugiere que la capacidad de aspirar es una condición esencial para que los estratos sociales más bajos forjen un futuro mejor (Appadurai 2013). Como continente de esperanza, América Latina impulsó las aspiraciones de los europeos y otros recién llegados desde los primeros días de la colonización y durante las olas de emigración de los siglos XIX y XX, cuando se vieron forzados a emigrar por los desastres sociales en el Viejo Mundo. El libro de Stefan Zweig, Brasil, País de Futuro (1941) brinda un buen ejemplo de estas proyecciones aspiracionales.
Los primeros relatos sobre las sociedades “indias” cruzaron el Océano Atlántico e inspiraron a escritores europeos a desarrollar sus ideas de una sociedad ideal. La Utopía de Thomas More, publicada en 1516, se convirtió en una referencia para todo un género literario y en un concepto clave del análisis social. En la novela, More construye “la mejor condición del estado” en la isla ficticia de Utopía, situada en el Nuevo Mundo. Las ideas de More fluyeron también a América y su influencia en el trabajo de evangelización, especialmente en sus comienzos, ha sido destacada desde el estudio seminal de Silvio Zavala de 1937 sobre las aspiraciones del primer obispo de Michoacán Vasco de Quiroga.
Por anticipación entendemos una preparación individual o colectiva para los acontecimientos inevitables o aparentemente inevitables que se avecinan: la toma de conciencia y la aceptación de los cambios futuros. En la práctica, la anticipación puede visualizar el futuro como parte del pasado y del presente a través de la extrapolación de tendencias, el análisis de series temporales y demás, o abordar escenarios completamente desconocidos y ajenos para aumentar la capacidad de distinguir entre escenarios futuros posibles, probables y preferidos. En el Valle de México, por ejemplo, la gestión del agua ha sido una de las principales preocupaciones relacionadas con la anticipación desde las primeras civilizaciones. Mientras que los tlatoani mexicanos se encargaron de la construcción y mantenimiento de diques, esclusas y canales para evitar la inundación de zonas residenciales en la agricultura de Tenochtitlán y Chinampa en la región de Xochimilco, los españoles trataron de controlar estos flujos de agua drenando la meseta por completo. Las presas de materiales sueltos, un tema que continúa adquiriendo importancia en toda América Latina, sirven como un ejemplo moderno de anticipación. Mientras por un lado se proyectan soluciones a una creciente demanda de energía eléctrica y la promesa de empleos a nivel local y nacional, el anuncio de una central eléctrica es percibido en términos apocalípticos por aquellas personas que deben ser retiradas del sitio de construcción. La novela reciente Os Malaquias de la escritora brasileña Andréa del Fuego (2010) refleja de manera expresiva estas anticipaciones contrarias.
Las formas específicas de las aspiraciones y las anticipaciones que se desarrollan en los distintos contextos de la historia latinoamericana y de la actualidad se basan en la interacción constante de diferentes actores con diferentes conceptos de tiempo dentro de espacios de heterogeneidad étnica y de creciente entrelazamiento global. Durante el siglo XIX, las proyecciones europeas respecto al futuro que alimentaron los patrones cíclicos de auge y caída de las finanzas se vieron reflejadas en las inversiones extranjeras a gran escala en América Latina. El Pánico de 1890 en Argentina, por ejemplo, fue precedido por un frenesí de préstamos alimentado por el capital inglés y la anticipación de Buenos Aires como ciudad del futuro.
Al mismo tiempo, la conceptualización evolutiva del tiempo de Charles Darwin, inspirada en sus viajes por Sudamérica (1832-1835), ha sido fundamental para el pensamiento intelectual europeo y el desarrollo de las ciencias sociales. La posterior aplicación de las tesis de Darwin en las ciencias sociales y la historiografía (Darwinismo social), transferidas a las realidades latinoamericanas, resultó en proyecciones que preveían un continuo “blanqueamiento” de la población. Pensadores latinoamericanos como el mexicano José Vasconcelos en su La raza cósmica (1925) y el brasileño Gilberto Freyre en su Casa Grande e Senzala (1933) refutaron tales aspiraciones elitistas de purificación racial y contrarrestaron las políticas europeas de segregación racial, llegando a interpretar el prolongado mestizaje de las diferentes etnias en América Latina como un desarrollo positivo para el futuro de la humanidad. La idea pionera de Darwin dio inicio así a una producción continua de nuevas visiones del futuro formadas por la interacción de las aspiraciones y anticipaciones de varios actores.