La historia de Nicaragua cuenta con uno de sus mayores parteaguas a partir del 19 de julio de 1979, cuando una revolución popular, liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), logró derrocar a la dictadura de la familia Somoza, luego de más de cuatro décadas en el poder. A cuarenta años del triunfo de la revolución, el regreso del FSLN al gobierno —a partir del 2007— ha suscitado un amplio debate sobre su legado, contradicciones en la praxis política y los múltiples significados del sandinismo, tanto para la sociedad nicaragüense como para un sinnúmero de personas a nivel global. La revolución sandinista fue un evento global que articuló a múltiples movimientos sociales, gobiernos, organizaciones de solidaridad e intelectuales, entre otros y otras. Alemania, dividida durante la guerra fría, propició la organización de múltiples movimientos de solidaridad que apoyaron y trabajaron cercanamente con la revolución sandinista. Muchas de estas personas y organizaciones, continúan con su labor hasta el día de hoy.

Sin embargo, las discusiones y debates sobre el sandinismo y su legado se han agudizado en el último año, particularmente a partir de la llamada crisis de abril del 2018. A partir de este mes, el Gobierno de Ortega-Murillo, a través de la Policía Nacional, parapolicías y grupos progobierno, comenzó a emplear sistemáticamente a diversos mecanismos de represión contra manifestantes y población en general. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la represión y violencia ejecutada por el gobierno ha dejado un saldo de “325 personas asesinadas, más de 2000 heridas; 777 personas detenidas y enjuiciadas; el despido de 300 profesionales de la salud y; la expulsión de, al menos, 144 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN)”.

A cuarenta años del triunfo de la revolución, y a un año de la crisis de abril, más de tres generaciones de nicaragüenses se encuentran en un estado de excepción. La violencia y represión actual han puesto a prueba a la sociedad nicaragüense, al mismo tiempo que a la comunidad internacional. Es por esto que estudiantes, movimientos sociales y feministas, además de los grupos de solidaridad, nos reuniremos a dialogar y reflexionar de manera intergeneracional sobre el legado del sandinismo, en perspectiva de abril.

¿Cómo comprenden el sandinismo las nuevas generaciones y cómo dialoga con las memorias del sandinismo? ¿Qué nuevos significados puede tener el internacionalismo en el caso de Nicaragua desde una perspectiva intergeneracional y global? ¿Qué papel emancipador y reivindicante alcanzan los movimientos feministas y estudiantiles en Nicaragua y que posición ocupan en los debates sobre interseccionalidades como género, clase y raza?