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Dora Barrancos

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Su interés ha estado enfocado en estudiar el feminismo en la Argentina, los conflictos y las revoluciones privadas llevadas a cabo por las mujeres, los derechos políticos femeninos (nunca aisladas del resto de las luchas democráticas), los movimientos sociales de principios de siglo, los movimientos socialistas y anarquistas, el rol de la educación, y ha abordado aspectos de la historia de las sexualidades disidentes en la Argentina.

En el año 1968, Barrancos obtiene la licenciatura en Sociología, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Durante la dictadura militar en la Argentina, entre los años 1976-1983, vive la experiencia del exilio en Brasil. En este país, la autora entra en contacto con el movimiento feminista y con otros movimientos sociales que se posicionan en contra de la dictadura y a favor de la amnistía. En este contexto, se da su primer contacto con el pensador francés Michel Foucault. A partir de aquí, la autora va a entrar en los campos de la historia y la historiografía.

En 1984, renuncia al peronismo por considerarlo un movimiento populista conservador –en la entrevista, cuando se refiere al peronismo, lo hace como ex-militante de la juventud peronista y como intelectual e historiadora crítica del populismo y del modelo familiar burgués centrado en la figura del varón público y la mujer hogareña–. Dentro de esta coyuntura, Dora comienza a estudiar la historia política de la Argentina. Aquí se incluyen sus importantes estudios sobre los movimientos socialistas y anarquistas. Posteriormente, en el año 1985, presenta su tesis para obtener el Master en Educación, en la Universidad Federal de Minas Gerais. Desde el año 1986, Barrancos es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET y actualmente revista como Investigadora Principal. En 1993, hace el doctorado en Ciencias Humanas, en el área de historia en la Universidade Estadual de Campinas, Brasil.

Como parte de su trayectoria académica, cuentan sus cargos académicos. Barrancos se hace profesora titular regular de la cátedra de Historia Social Latinoamericana, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Además, coordinó la Maestría en Estudios Sociales y Culturales, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Pampa y fue directora concursada del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEG) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires entre  2000-2009. En la actualidad dirige la Maestría y el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Nacional de Quilmes. A partir de mayo de 2010 fue Directora del CONICET en representación de las Ciencias Sociales y Humanas – cargo en el que ha sigo elegido por el voto de la comunidad científica. En mayo de 2019 renunció su cargo por motivos morales, por ejemplo en protesta contra la reducción presupuestaria para la institución. En 2016, le fue entregado el Premio Konex, que se entrega desde el año 1980 a personas destacadas de diferentes áreas de la sociedad argentina. En 2018 apoyó a movimientos feministas en Argentina a favor de la legalización del aborto y el derecho de autonomía de los cuerpos.

En los análisis de Barrancos sobre las luchas feministas en la Argentina, las causas de mujeres sobre todo en cuanto a sus derechos políticos, no aparecen aisladas del resto de las luchas democráticas. En este punto, se establecen conexiones entre agencia femenina, rol reproductivo y familiar de la mujer y construcción del Estado de bienestar, o entre la crítica al populismo y totalitarismo y en contraposición, la agencia de las mujeres comunistas, socialistas, o liberales. Barrancos estudia la participación de mujeres en el espacio público y estatal en sintonía con la protesta pública y la petición de derechos.

Como mujer que ha ocupado cargos políticos relevantes y en su rol de intelectual comprometida, Barrancos se posiciona críticamente logrando visibilizar por medio de la historiografía las luchas diversas de las mujeres. Su manera de asumir la historiografía se transforma en resistencia política, en la medida en que hace visible aquello que no había sido percibido. Barrancos crea con esto, nuevos espacios de interpretación de la historia y la sociedad.

Conceptos trabajados por Dora Barrancos durante su carrera académica

Con la agencia asistencial de las mujeres, Barrancos se refiere al rol asistencial que han tenido las mujeres a lo largo de la historia, en América Latina y, específicamente, en la Argentina. La agencia asistencial femenina es una forma de participación femenina.

Dentro de la relación entre teoría y realidad empírica, la autora llama la atención sobre el hecho de poder transformar la teoría para lograr que esta pueda dar cuenta de los cambios y particularidades de cada contexto. En esta dirección, Barrancos establece una crítica constructiva a la producción teórico-científica en Latinoamérica, despertando la reflexión sobre cómo debe irse modificando la teoría. Es decir, debe lograrse una traducción a nivel conceptual oportuna que sea capaz de mostrar los hechos novedosos. El ejemplo al que recurre Barrancos en la entrevista como singularidad empírica en la Argentina, que puede trastocar los marcos de la teoría feminista, es precisamente el de la agencia asistencial femenina.

En primer lugar, con “agencia femenina”, la autora se refiere al aporte social femenino. Las Madres de la Plaza de Mayo son un ejemplo de agencia femenina, pues sin autodenominarse feministas y, sin embargo, asumiendo sus roles reproductivos de mujer en la esfera pública y estableciendo como “madres” múltiples denuncias sobre los abusos que cometieron los regímenes dictatoriales en el ámbito familiar, logran cambios de perspectiva en cuanto al lugar de las mujeres y la importancia de sus roles y peticiones en la sociedad.

No obstante, con la “agencia asistencial femenina” la autora se refiere de una forma más específica a un tipo de participación de las mujeres que se conecta con la beneficiencia pública. Barrancos se refiere en la entrevista al menos a dos áreas que tienen que ver con la prestación de servicios sociales: por un lado, la agencia asistencial femenina ha tenido que ver con la participación tradicional de las mujeres de clase media-alta y alta en su mayoría, pertenecientes a sectores conservadores, para asistir de diversas formas y con diversos propósitos a los sectores más pobres y necesitados de la población.

Esto, en el contexto latinoamericano, ha tenido una estrecha relación con la caridad cristiana. En el contexto argentino, la autora destaca la existencia de la Liga Patriótica Argentina como un ejemplo de presencia de las mujeres. A pesar de ejercer en la esfera pública un comportamiento totalmente reaccionario, las mujeres asociadas a esta Liga intentaron competir con el mundo obrero con una propuesta de educación y de capacitación femenina. (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo. Aportes para una Argentina plural. Archivo General de la Nación, Buenos Aires, 16 de octubre de 1997, págs. 126-127).

En comparación con la agencia asistencial de las mujeres asociadas al ámbito conservador, las mujeres de los movimientos socialistas, liberales o anarquistas, lucharon sobre todo por transformar la situación del proletariado y para ello llevaron a cabo también acciones reformistas, asistencialistas, sufragistas. La autora nos da en este artículo un abordaje amplio de la beneficiencia en las primeras décadas del siglo XX:

“El movimiento beneficiente en general, que se produjo como un paliativo a la cuestión social y que apareció mientras crecía la protesta y la reivindicación obrera ¬–forjando la morigeración (templanza o  moderación en las costumbres) reformista a través de aparatos benéficos–, significó, paradojicamente, que las mujeres de comprometieran en lo público; y estas agencias reformistas benéficas, […] trabajaban para resolver problemas expuestos por el movimiento social, por la vanguardia de ese movimiento, el proletariado, acompañando sus reivindicaciones desde una perspectiva de defensa de los derechos de la madre y el niño la mayoría de las veces.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo, p. 127).

A través de la agencia asistencial femenina, en el marco de la beneficiencia, se trastocan por lo tanto las concepciones tradicionales de lo público y lo privado:

“Ha habido una participación en la arena pública de las mujeres, aún de aquellas mujeres que, efectivamente, estaban arraigadas a propósitos confesionales […]. Aún ahí hay un movimiento en la arena pública de las mujeres, hay gestión pública, y entonces esto conmueve a aquellas teorías con las que se iniciaron los estudios de género, que aislaban los dos ámbitos, esfera privada y esfera pública, de manera irreductible.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo, p. 127).

Por otro lado, la autora resalta que para el caso argentino de agencia asistencial femenina ha existido una relación mucho más estrecha con la asistencia pública estatal, pues el Estado en la Argentina subsidió la beneficencia pública. Las mujeres estuvieron a cargo de agencias casi gubernamentales, donde tuvieron un poder relativo y lograron un dominio en ordenar una serie de cuestiones administrativas.

La autora menciona la existencia actual de numerosos trabajos que ya muestran este “capital público de las mujeres”.

El anarquismo es el nombre genérico dado a las teorías y movimientos que proponen abolir toda forma de dominación del hombre por el hombre, incluso formas legales de coacción, especialmente las estatales, a la vez que promueven formas de convivencia no autoritarias y no jerárquicas. La base de la vida social debe ser la justicia, la igualdad y la fraternidad. Dentro del anarquismo existen distintas corrientes: el anarquismo individualista, el anarquismo colectivista, revolucionario o el anarcocomunismo.

El estudio del anarquismo lo realiza Barrancos cuando renuncia al peronismo, a finales de los años 1970 y comienzos de los años 1980, durante su exilio en Brasil, y comienza a estudiar de forma crítica, influenciada por la lectura del filósofo francés Michel Foucault, tanto el peronismo como el resto de movimientos políticos de la historia argentina. El encuentro con el anarquismo le produce una “expresión libertaria” y le devuelve la certeza del sentido de la democracia para el contexto argentino y la la importancia de la soberanía en la vida social. Barrancos hace una referencia al anarquismo como un movimiento político que rechaza el orden jurídico, al posicionarse contra el estado y contra sus formas institucionales. Otro aspecto de este movimiento es la construcción de un léxico propio, y de una puesta en discurso de temas como la idea central de derecho al cuerpo que defendieron las mujeres anarquistas, temas que eran absolutamente críticos y que estaban obstruidos en la sociedad argentina. Barrancos realiza un enfoque del anarquismo desde la perspectiva de género. Concretamente, ella analiza las luchas de las mujeres anarquistas en su relación con el feminismo. Asimismo, destaca en sus estudios del anarquismo las contradicciones que existen entre la agencia de mujeres anarquistas y las causas feministas de la época. Barrancos presenta esta situación paradójicamente con el concepto de contra-feminismo del feminismo anarquista.

En principio, las mujeres anarquistas no tomaron el concepto de feminismo, pues el feminismo es visto para aquel momento de principios del siglo XX, “[…] como una recolonización, como una tentativa de ocupar el lugar del amo: el único combate saludable es el de la mujer obrera, además, el de mayor aliento.” (en: Barrancos, El contrafeminismo del feminismo anarquista. Anarquismo, educación y costumbres en la Argentina de principios de siglo. Buenos Aires, Contrapunto, Capítulo 6, 1990, págs. 267-294). Las luchas libertarias de las mujeres anarquistas se concetraron en las mujeres trabajadoras como parte del proletariado y en las revoluciones de la esfera íntima. Las mujeres anarquistas se manifiestan para exigir derechos sobre el control del cuerpo, el control de los hijos y la posibilidad de ejercer libremente su sexualidad. Otro punto que abre la investigación sobre anarquismo viene dado en la entrevista, en la cual la entrevistadora establece un enlace entre “feminismo anarquista y esfera íntima” y “aparición pública y socialismo”. Barrancos menciona, primero, que el anarquismo también es público. No obstante, Barrancos señala que efectivamente, el anarquismo promueve una revolución doméstica, una evolución de lo íntimo. (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo. Aportes para una Argentina plural. Buenos Aires, Archivo General de la Nación, 16 de octubre de 1997, págs. 117-128).

Las mujeres anarquistas con sus exigencias de derechos del cuerpo y sexualidad, llevan a la esfera pública cuestiones que habían quedado relegadas a la vida íntima o privada. Esta idea de publicar lo privado, de politizarlo, en las mujeres anarquistas, es la inversión del señalamiento que Barrancos hace de la tesis de Richard Sennett sobre los hombres burgueses, que por el contrario, privatizan lo público, es decir, el varón burgués, dice Sennett, lleva a la vida doméstica el canon de la vida pública. En otro momento de la entrevista, Barrancos señala puntos que faltan por estudiar dentro del anarquismo. Un caso es la falta de un estudio profundo entre peronismo y anarquismo. No se ha estudiado todavía, dice Barrancos, lo que pasa con las anarquistas en el peronismo. Aquí la autora deja una pregunta abierta.

La petición y búsqueda de derechos es un aspecto central de la recuperación democrática. La autora se refiere a la petición o búsqueda de derechos como eje central de los movimientos sociales y de los soberanía individual, en los que se incluyen los derechos a las diferencias en materia de sexualidades. El punto central es que el sujeto pueda proveerse de una identidad sexual:

“El sistema sexo-género es de una extraordinaria crucialidad y lo sabemos las feministas, porque sin ir más lejos, que hayamos nacido mujeres, que el lenguaje nos indique como mujeres, ha significado a lo largo de los tiempos, una enorme asimetría en las identidades y en los derechos.” (en: Intervención de Dora Barrancos. Sexto Desayuno: Identidad e Identidades. Buenos Aires, Instituto Hannah Arendt, 18 de noviembre del 2004).

Aquí se enlaza la cuestión de los derechos con el concepto de identidad. Para Barrancos:

“[…] la identidad es un derecho; la identidad da derechos. En un estado de ciudadanía plena. Identidades desmarcadas deberían tener iguales derechos –me refiero al sistema sexo-género– que las personas que estamos identificadas como masculinas o femeninas. Parece mentira que no tengamos resuelto el tema legal, jurídico, de las instituciones del estado […]. Es muy violento, y sólo por una especie de naturalización de las cosas nos convencemos. Y desde luego, como para una gran cantidad de gente los marcos normativos han significado profundas colisiones con sus verdaderos deseos, con sus orientaciones de sexualidad, entonces parece que naturalizamos ese cuadro identitario que no debería ser naturalizado.” (en: Intervención de Dora Barrancos. Sexto Desayuno: Identidad e Identidades. Buenos Aires, Instituto Hannah Arendt, 18 de noviembre del 2004).

La identidad, por lo tanto, es una construcción socio-cultural que está en permanente negociación. En esta dirección, la agencia de los sujetos que está muy marcada por la diferencia sexual, ha posibilitado tanto la construcción de múltiples identidades sexuales, como la lucha por la búsqueda de derechos para otras identidades sexuales. Esta acción de sujetos asociada a la búsqueda de derechos sexuales y del cuerpo, que ha establecido en la sociedad Argentina, recientemente, esta nueva rama de “derechos personalísimos” se expande también a “ley de unión civil”. La ciudad de Buenos Aires en el año 2003, sancionó una “ley de unión civil”, que permite que personas del mismo sexo tengan un pacto en relación, un pacto de unión. Esto permite resolver cuestiones que tienen que ver con la seguridad, la asistencia, los modos de accesibilidad a la atención, a través de este tema de obras sociales. La comunidad gay ha tomado esto, dice Barrancos, como un preanuncio de los cambios que pueden venir en la Argentina en relación justamente al matrimonio. Pero Barrancos expresa que hay mucho por hacer en esta materia de modificar el código civil argentino para que a las personas que asumen diversidad sexual en orden a travestismos, transexualidades, transformaciones de la sexualidad, les sean reconocidos sus derechos. Para Barrancos existe otro ajuste de cuentas en la búsqueda de derechos fundamentales en la sociedad argentina. Esta sociedad tiene absolutamente penalizado el aborto. Para Barrancos han coincidido en la búsqueda del derecho a acceder al aborto, tanto movimientos de mujeres feministas como de no feministas. En Latinoamérica la situación es pavorosa, dice Barrancos, pues existe un gran número de muertes de mujeres en la Argentina, de clases populares, que no pueden acceder al aborto porque es ilegal y que no pueden pagar como lo hacen las mujeres de las clases medias. Hay cifras brutales de víctimas del aborto ilegal. Este resultado ha hecho visible la démora en materia de derechos al cuerpo que existe en la sociedad argentina. En la actualidad, el ministro de salud pública parece no oponerse a la legalización del aborto, pero esto le ha traído una serie de problemas con los sectores más jerarquizados de la iglesia.

Para la autora se da actualmente un ajuste de cuentas pendiente en materia de derechos ciudadanos: El paso notable de establecer los derechos del propio cuerpo, de despenalizar el aborto, el paso notable de permitir el matrimonio de personas de igual sexo, el paso notable de la reforma del código civil, dice Barrancos en la entrevista: “no solamente para auspiciar mayores derechos a las mujeres, sino para auspiciar derechos a las construcciones performativas que las personas hagan y que efectivamente nuestras normas sancionen como corresponde su derecho a esas nuevas transformaciones de vida”.

El feminismo es un conjunto de teorías sociales y de prácticas políticas en abierta oposición a concepciones del mundo que excluyen la experiencia femenina de su horizonte epistemológico y político. El feminismo revela y critica la desigualdad entre los sexos y entre los géneros a la vez que reclama y promueve los derechos e intereses de las mujeres. El movimiento feminista surge como consecuencia de la conciencia de las mujeres respecto de su estatus subordinado en la sociedad. Un primer punto, respecto al feminismo de Barrancos, se trata en la entrevista cuando ella relata su experiencia del exilio en el Brasil. En la Argentina, se instaura la dictadura militar en el año 1976. En este momento, Barrancos sale exiliada a Brasil. En este país, Barrancos permanece hasta los años 1980. En el exilio, se da su encuentro con el feminismo y con los nuevos movimientos sociales, en momentos en que, según la autora, la dictadura brasilera se ablanda y se constituyen, en ese país, nuevas tendencias que exigen la transición a la democracia. No obstante, el movimiento que la contagia y contamina de forma especial es el movimiento de mujeres contra la dictadura y a favor de la amnistía. Este contacto con el feminismo va a trascender el contexto del Brasil de finales de los años 1970, pues a su regreso a la Argentina, luego del fin de la dictadura militar en este país, en el año 1983, Barrancos introduce en una serie de trabajos la nueva manera de pensarse socialmente que le produce la perspectiva feminista: “Creo que la mayor parte de las que volvimos a la Argentina, después, pudimos hacer el camino del feminismo con esta experiencia de afuera”.

Feminismo en la Argentina

I

En la entrevista, la autora hace referencia a distintos momentos del feminismo en la Argentina. Barrancos introduce algunos conceptos del feminismo (feminismo relacional, maternalismo feminista, contra-feminismo del feminismo anarquista), y define el feminismo en su conjunto como una “agencia progresista”, menciona además aspectos del feminismo en otros lugares (feminismo en Uruguay, feminismo en México, feminismo en el Cono Sur, feminismo latinoamericano, feminismo europeo, etc.), y plantea posibles temáticas a estudiar e investigar en relación con el feminismo (feminismo y Eva Perón, feminismo y anarquismo, feminismo y socialismo, etc.).

En primer lugar, con respecto al feminismo en la Argentina, la autora menciona que en este país se va a dar de una manera muy precoz la aceptación del concepto de feminismo. Hacia fines del siglo XIX, el concepto andaba en la sociedad argentina de manera capilar. En segundo lugar, son las mujeres reformistas, socialistas, y también las de extracción burguesa, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las que van a tomar conciencia del término y van a proponer efectivamente una visión de su feminismo de corte relacional. En este punto, Barrancos intenta mostrar que la categoría de Offen del feminismo de corte relacional, se aplica bien a las características particulares de este feminismo incipiente en la Argentina. El feminismo ríoplatense tuvo precisamente, por esa época, este corte relacional, en la medida en que no sólo defendió intereses propios de las mujeres, sino intereses de la sociedad en general. Otro punto de este feminismo inaugural toca el aspecto de los sujetos del feminismo. Barrancos encuentra una diferencia entre los sujetos del feminismo o los sujetos del movimiento de mujeres en la Argentina y los sujetos del feminismo en el Uruguay. A diferencia del Uruguay, nos dice Barrancos, en donde existió un movimiento de mujeres que provino de la relación entre los sectores liberales radicalizados y socialistas, en la Argentina, los movimientos de mujeres estuvieron conformados por grupos socialistas, grupos reformados y liberales, más menguados.

Un siguiente aporte feminista de principios del siglo XX, lo realizan las mujeres anarquistas. La relación de las anarquistas con el feminismo que hoy puede leerse como paradojico,  queda conceptualizado por la autora como: contra-feminismo del feminismo anarquista. Con este concepto la autora establece una relación entre anarquismo, los sujetos anarquistas y el tipo de transformaciones sociales a que dieron lugar en la Argentina, las concepciones anarquistas. Al explicar este feminismo, Barrancos establece una diferencia con otros feminismos. En primer lugar, y por eso la idea de “contra-feminismo”, la autora resalta el hecho de que las anarquistas no se autorreconocieron como feministas según y como recibieron la imagen del feminismo de la época. Sin embargo, exigieron derechos y produjeron cambios de las mujeres en la sociedad que luego fueron agendados en los feminismos internacionales (“feminismo anarquista”). El cambio fundamental que produjeron las anarquistas fue el asumir una franca idea de derecho al cuerpo.

II

Alrededor de los años 1940, en vísperas del peronismo, van a afianzarse distintos movimientos de mujeres progresistas, de mujeres vinculadas al socialismo, a la reforma social y de mujeres anarquistas, que sufrieron un gran impacto por el nazi-facismo y por la pérdida de la república española (1938). En 1945 surge el peronismo. En 1947 el peronismo establece el sufragio femenino y las feministas contrarían esa legislación. El feminismo, nos dice la autora, no puede reconocer que el sufragio femenino le haya sido dado por una base tan poco republicana como la del peronismo. La hipótesis de la autora para explicar esta disparidad entre la emancipación feminista y el rechazo a esta decisión tomada por los peronistas de llamar al voto a las mujeres, es que las mujeres reformistas que están absolutamente preocupadas por la vida republicana, quedan contrariadas por esta decisión, al pensarla como maniobra política del peronismo. Evidentemente, dice la autora, se trata de un error de época. Nuestra interpretación, dice Barrancos, es que el problema central de las feministas era en ese momento el problema de la democracia en el mundo. Cuando adviene el peronismo para estas mujeres se trata de un síntoma más de totalitarismo, un síntoma de que no habrá democracia.

La autora llama la atención sobre el papel de figuras feministas activas de los años 1950, aparte de la figura de Eva Perón, figuras como Alicia Moreau de Justo o Victoria Ocampo. En relación a estas figuras, Barrancos introduce en la entrevista una idea de “viejo feminismo”. Ese “viejo feminismo” le sirve a la autora para mostrar su visión sobre las contrariedades y paradojas entre el activismo de las mujeres por esos años y el papel secundario del feminismo en dos sentidos: en primer lugar, la no aceptación del sujeto que se nombra sujeto feminista; en segundo lugar, el papel secundario del feminismo, en cuanto a su función principal: la búsqueda de derechos políticos. Con respecto a la figura de Eva Perón, parafraseamos lo que nos dice Barrancos en relación con el feminismo: en primer lugar, Evita y el feminismo se dieron muy mal pues la relación de ella con el feminismo es de adversidad: Evita nunca se dirá feminista; En segundo lugar, Barrancos hace la distinción entre feminismo y movimientos de mujeres en relación con Eva Perón. La relación de Eva con las mujeres dentro del peronismo es un tema que se le presenta a la autora como algo que debe seguir estudiándose. Por un lado, Evita es defensora de la familia y del cuidado maternal, por el otro, dentro del peronismo, existe una fuerte habilitación de las mujeres para que salgan a la calle a trabajar. El tema del “peronismo y género” desordena, dice Barrancos, las lógicas de lo público y lo privado. El caso de Victoria Ocampo, nos dice la autora, es particular por el hecho de que ella se va a decir feminista, pero en realidad va a tener una participación muy pequeña dentro del feminismo. Ella va a fundar una agrupación que luego va a tener una orientación filo-comunista que es la Unión de Mujeres Argentinas, la cual está siendo analizada por primera vez en esos años, y que tuvo figuras muy destacadas que efectivamente hacen peticiones de mujeres, muy importantes. Con respecto a la figura de Alicia Moreau de Justo, integrante del partido socialista, se trata de la dimensión de lucha social por los derechos democráticos, que no se ocupa por alentar explícitamente el frente feminista, sino de contrariar al régimen peronista. Esta figura va a formar parte del grupo de opositoras al régimen (en este punto la autora menciona el papel opositor de la revista Vida femenina).

Al lado de estas tres figuras existen otros aspectos en relación con el feminismo de esos años que están siendo analizados, dice Barrancos: el estudio de las agencias femeninas de las intelectuales anti-peronistas, que están lejos de posiciones feministas, y la organización de la Unión de Mujeres Argentinas, el grupo más importante de resistencia feminista durante los años del peronismo. Por otra parte, la autora nos dice que otras agencias de mujeres por esos años no están siendo todavía estudiadas, por ejemplo, la relación entre anarquismo y feminismo, o el papel de las mujeres en la Junta de la Victoria, alrededor de los años 1940. Este grupo de la Junta estuvo destinado a auxiliar a las víctimas de los totalitarismos, y estaba compuesto por muchas mujeres del partido comunista, de otros sectores sociales y de la burguesía. La Junta no se decía feminista, nos dice Barrancos. Pero fue una importante agencia de mujeres en el hecho de visibilizar las prácticas realizadas por mujeres. Existen por esos años, menciona Barrancos, importantes agencias femeninas que han quedado muy opacadas frente a la figura de Evita.

Feminismo activo en el Estado

El feminismo activo en el Estado implica la incorporación y presencia de las mujeres en el Estado. Un primer momento de este tipo de feminismo tiene lugar en los años 1950 en la Argentina. La autora menciona que el peronismo habilita la participación de las mujeres, por primera vez, como representantes, en el año 1952. Las mujeres llegan a los escaños del parlamento. A partir de este momento, nos dice Barrancos, en la Argentina, se inicia una tradición peculiar de mujeres en el parlamento, con tasas que son notablemente diferentes respecto de América Latina y que tienen que ver con esta participación de mujeres en el peronismo. Este punto tocado también en la entrevista del feminismo activo en el Estado, tiene que ver con la problemática del lugar de las mujeres, es decir, la relación, podríamos decir, entre “espacio cooptado” que menciona la autora y el “espacio conquistado”. Para la autora, la llegada y permanencia de las mujeres en un determinado lugar, por ejemplo, el lugar del Estado, nos coloca, según su enfoque, frente a una ambigüedad de la práctica feminista. Esta ambigüedad se manifiesta en que el activismo feminista que incluye el hecho de ocupar lugares -de exigir derechos políticos en general- se enfrenta con el hecho de llegar a un lugar que de por sí es un lugar cooptado.

Para Barrancos, en la Argentina, el lugar del Estado ha incluido a más mujeres con respecto a otros Estados de la América Latina. Sin embargo, la participación de las mujeres dentro del Estado en la Argentina, no se hace visible como “organizaciones de mujeres” dentro del Estado. En la entrevista, la autora establece dos diferencias centrales con respecto a otros activismos feministas en el Estado. Barrancos tiene la impresión, por un lado, de que en Europa y Estados Unidos existe un mayor feminismo activista dentro del Estado. Otra diferencia de este feminismo la establece con México, país que según la autora, ha transformado notablemente la presencia femenina y ha transformado la estructura de los viejos partidos (el caso, por ejemplo, de la inclusión de mujeres dentro del PRI). Existe, según Barrancos, una mayor capacidad de liderar con más autonomía de las mexicanas, en este momento, que las mujeres en la Argentina.

Feminismo y recuperación democrática

Como mencionamos al principio, existe una fuerte influencia de los nuevos movimientos sociales en los años setenta, particularmente en ciertos grupos de exiliados políticos. Sin embargo, la demanda feminista a pesar de que fue importante y reconocida por las mujeres, se torna secundaria, dice Barrancos, para las “militantes que iban a revolucionar el mundo”. Barrancos, se ubica por esos años como una figura que va a transitar delante de la cuestión brutal del terrorismo de Estado. Había núcleos feministas que han sido indagados y que persisten hasta hoy (este punto queda mencionado por Barrancos en la entrevista, pero habría que completar las diferencias entre estos núcleos feministas, que se agrupan en aquel momento bajo el amplio movimiento social de la recuperación democrática). En general, dice la autora, la conducta de este grupo de mujeres militantes tenía que ver con la construcción de una nueva sociedad, en la que la condición femenina vendrá por añadidura. La condición femenina o feminista, dice Barrancos, no estaba en el centro de las demandas setentistas de este grupo de mujeres. Sin embargo, la autora destaca el papel que tiene el movimiento de mujeres feministas en la recuperación democrática, especialmente con el posterior reingreso a la Argentina de muchas  feministas.

Feminismo y otros movimientos sociales

En la Argentina, con la recuperación democrática, a partir del año 1983, coexisten los distintos movimientos sociales: el movimiento por la justicia, por la memoria, por la clausura de impunidad, el movimiento de mujeres de las Madres de la Plaza de Mayo, las Abuelas, etc. Estos grupos, dice Barrancos, tienen una agenda muy específica, que para ella no contradice el feminismo de ninguna manera. Por otro lado, existen a la par, los movimientos emergentes feministas de diferentes características. Por ejemplo, los movimientos de las minorías sexuales que encarnan de una forma más fuerte aspectos de género, es decir, su agenda, de manera sustantiva, dice Barrancos en la entrevista, revela aspectos de género.

Feminismo y Estado de bienestar social

En el feminismo europeo fue bastante común, y lo mismo ocurrió en el feminismo latinoamericano, asirse a la función maternal y peticionar, antes de que existiera el Estado de bienestar, derechos en relación a la familia, derechos en relación a los hijos y las hijas. Esta petición de asistencia a la familia, asistencia a través del reconocimiento de un salario plus para cada niño, es una vieja convicción, dice la autora, del movimiento de mujeres que está en la base de lo que luego asumió el Estado de bienestar social. Esta petición de derechos en relación a la familia conduce al concepto de feminismo maternalista o maternalismo feminista. Esta agenda del feminismo, dice Barrancos, tuvo consecuencias disímiles, en los diferentes países. Hubo, por ejemplo, un maternalismo feminista en Estados Unidos, pero en Estados Unidos por la consagrada fórmula de un feminismo de tipo individual, dice Barrancos, el feminismo maternalista no llegó a la instalación de políticas públicas o benefactoras sociales, de la misma manera que ha sucedido, por ejemplo, en Europa y en América Latina.

Feminismo y teoría (feminismo académico)

Otro punto que toca Barrancos con respecto al feminismo, se da en la entrevista, cuando se hace referencia a las críticas del feminismo latinoamericano realizadas por autoras como Taylor o Stolen, que lo denominan: “proto-feminismo” o “feminismo sui-generis”, es decir, un feminismo relativizado frente a otras posiciones de opresión como las de clase o raza. Barrancos señala por un lado, que estas autoras pueden tener razón, ya que al contextualizar las teorías, surgen feminismos que no son feministas, pero que de todas formas aportan una subjetividad femenina y un derecho a ejercer esta subjetividad. Por otro lado, Barrancos establece también una crítica al feminismo europeo e internacional, en Francia, por ejemplo, se ha dejado de usar el concepto de patriarcado, así como en Italia. Para Barrancos, el feminismo latinoamericano expresa bastante bien la realidad latinoamericana. La crítica que Barrancos establece no es tanto por el lado del feminismo, sino por el lado de la teoría. Ella dice que tal vez, si se dispusiera de teorías más provocativas en Latinoamérica, se pudiera expresar de una manera más crítica la existencia de los feminismos propios.

Feminismo fundacional

Barrancos retoma la idea de que en los feminismos actuales, puede existir una reserva del feminismo fundacional que estuvo directamente ligado al concepto de lo patriarcal. En esta dirección, Barrancos indica en la entrevista, que el feminismo podría capturar sus antiguas formas más radicales, sus antiguos retos de visceral contestación a la situación social de las mujeres.

Existen múltiples direcciones por las cuales poder abordar el género. En la academia pueden estudiarse las teorías o los discursos de género que ven a este como "construcción cultural de la diferencia sexual" (V. Martha Lamas (comp.), El género: La construcción cultural de la diferencia sexual. México/UNAM, 1996.), basada en la naturalización de la división y función biológicas de los sexos (masculino/femenino). En la esfera pública pueden abordarse a través del género, aspectos de la ciudadanía, luchas sociales en general y luchas de mujeres, casos de exclusión y discriminación, contribución de denuncia de las mujeres, logros de las mujeres. El género revela sobre todo las dinámicas hegemónicas y de control social de sometimiento de la mujer que se han dado en las sociedades patriarcales, a través de múltiples conceptualizaciones de "la mujer" o el "género femenino" que justifican tal dominación.

Para Barrancos existen múltiples categorías de mujeres: las mujeres socialistas, anarquistas, las feministas, las madres. Así como existen géneros en plural, diversos. Esto quiere decir que Barrancos hace uso en la entrevista del concepto de género, no para apuntar a la crítica fundamental que produce en un primer momento la perspectiva de género, es decir, la división del hombre y a la mujer en la sociedad según el sistema sexo-género, sino para indicar, ya en una perspectiva muy actual, que debe existir un dinamismo y negociación en las identidades, que las identidades no son esencialistas, sino múltiples, y que éstas se encuentran en un tránsito permanente. Cuando Barrancos dice que hay géneros múltiples deja atrás la construcción binaria “hombre y mujer”.

Un primer aspecto de la perspectiva de género, en una perspectiva menos teórica, se da en la esfera pública como la visualización de todas aquellas problemáticas en torno a la mujer y lo femenino, así como las luchas de las mujeres en contra de la discriminación y la exclusión social que la conducen a un plano subordinado. Para Barrancos, los movimientos que tienen en la actualidad una agenda de género de manera sustantiva son los movimientos feministas y de minorías sexuales. Han existido movimientos ligados a las luchas por los derechos de las mujeres, como las luchas en contra de la impunidad y de derechos humanos que denuncian casos de abuso de la mujer y de violencia doméstica, así como feminicidios. Por ejemplo, los casos de María Soledad en Catamarca o de los asesinatos en Ciudad Juárez, las denuncias de discriminación que sufren las mujeres indígenas, o las denuncias por el padecimiento de la violencia doméstica cotidiana reúnen una multiplicidad de actores sociales, así como enlazan la cuestión de género con la petición de derechos de la sociedad, en general, transformando la noción de ciudadanía.

Un segundo aspecto del género es el tema de la participación femenina que se diferencia de la agencia feminista. Barrancos habla de la relevancia de las representaciones políticas de mujeres hoy en la Argentina, a raíz de la “ley de cupos mínimos en 30%” de mujeres, lo cual no implica que en la Argentina la participación de mujeres está mucho más forjada en términos de intereses feministas, es decir, como activismo de búsqueda de derechos políticos.

Un tercer aspecto corresponde al estudio de los distintos roles que han sido asumidos por las mujeres en las distintas sociedades, y en visibilizar las prácticas realizadas por las mujeres. Por ejemplo, Barrancos estudia la importancia de los roles de una cantidad de mujeres como Alicia Moreau de Justo, Evita Perón o Victoria Ocampo en la historia argentina, o de las mujeres anarquistas, de asociaciones creadas por mujeres como la Unión de Mujeres Argentinas o la Junta de Victoria, revistas feministas, etc. Dentro de estos estudios, la autora encuentra nuevos campos de trabajo como los de la agencia asistencial de las mujeres o el rol de las mujeres en la creación del Estado de bienestar social.

En cuanto al género como estudio, Barrancos menciona en la entrevista un cuarto aspecto, al señalar una relación de contribución de denuncia del género a las realidades sociales. La autora expresa que es necesario que en aquellos acontecimientos que no llevan de forma explícita en su agenda los atributos de género, la indagación propiamente académica revele los elementos de género que estos tienen. Un ejemplo, en relación con los aportes que podrían establecer los estudios de género a un nivel social general, es la conciencia de género en casos como el del feminicidio en Ciudad Juárez, en México. Dice la autora que este suceso no suele acompañarse fuertemente en la denuncia de la idea inicial de que hay un feminicidio. Hay, en este caso, de forma evidente, una situación de género que es clave para la interpretación del fenómeno.

Una primera referencia a la historia la hace Barrancos cuando habla de sus trayectorias académica y política y de su experiencia de exilio en el Brasil, donde se dan sus primeras lecturas de los trabajos del pensador francés Michel Foucault. En este contexto de las dictaduras en el Cono Sur de finales de los años 1970 y comienzos de los años 1980, se producen múltiples cambios en los que se incluye la aparición de los movimientos sociales y del movimiento feminista, la defensa de la amnistía y la lucha por la transición a la democracia. La influencia teórica de Foucault, sobre todo como historiador, coincide con este momento de cambios políticos tanto a nivel general como a nivel personal. Barrancos renuncia al peronismo y se dedica a estudiar críticamente la historia política de la Argentina, que incluye no sólo al peronismo, sino a las izquierdas y el anarquismo. Este conocimiento del repertorio de posibilidades políticas le devuelve a Barrancos, según menciona en la entrevista, la certeza de la conveniencia de un destino democrático para la Argentina.

La incursión en el campo de la historia y la historiografía le permite a Barrancos expandir el campo de lo que ella llama lo empírico o la realidad empírica. El cambio de perspectiva al estudio de la historia, más concretamente, su uso de la historiografía, le posibilita indagar en un campo empírico y descubrir las particularidades de las realidades sociales de la Argentina y del contexto latinoamericano. Barrancos está bastante comprometida con la búsqueda de casos, de elementos singulares de la realidad que no han podido hacerse visibles por diversas razones. Una de estas razones es el uso de las teorías generales, que en muchos casos, puede obstaculizar la articulación y visualización de singularidades. Luego de establecer una serie de aspectos sobre el quehacer teórico, Barrancos, sugiere que la teoría tiene que enfrentarse siempre con la historiografía. En el su trabajo, existen múltiples ejemplos que muestran de forma coherente la tensión que debe existir entre teoría y campo empírico. Tanto la historia como la historiografía, en la práctica de Barrancos, constituyen la posibilidad de inclusión a manera de repertorio, de las particularidades, es decir, de las diferencias de un contexto específico. En el artículo: "Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo", Barrancos hace referencia, aparte de los movimientos de mujeres progresistas, a la Liga Patriótica Argentina, que a pesar de ser un movimiento conservador, contiene una de las formas de presencia y participación femenina.

En este aspecto se puede ver cómo en principio la práctica de la historiografía debe al menos mencionar y con ello expandir la memoria colectiva, de todo aquello que existió como participación femenina, para luego establecer los análisis y críticas correspondientes. Dice Barrancos al respecto: “No podemos ignorar que esto existió. De hecho, el avance que ha hecho la historiografía del género en estos años, ya implica que tengamos en consideración a las mujeres de todos los segmentos, de todas las posiciones ideológicas, de todas las capillas.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo. Aportes para una Argentina plural. Archivo General de la Nación, Buenos Aires, 16 de octubre de 1997, p. 128).

A manera introductoria, podemos entonces establecer dos campos amplios en la práctica de Barrancos como historiadora: uno, señala su manera crítica de abordar el quehacer teórico, otro, muestra su concepción de la historiografía como campo de práctica fundamental que conduce a la comprensión de las diferencias. El ejercicio de la historiografía en Barrancos amplía el sentido con su lucha feminista: “Finalmente, hoy día sabemos que es gracias sobre todo al feminismo activo, en cualquiera de sus matices y aunque vista el mero ropaje de «movimiento de mujeres», que hay nuevos retos, nuevas demandas, nuevas posiciones y nuevas maneras de preguntarse sobre el pasado de nuestra condición. Es de esa dinámica femenina que brotan cuestiones para pensar qué ocurre con las mujeres y las sociedades, y no sólo para nutrir a la historia, sino a todas las disciplinas sociales y humanísticas.

Gracias a la activa participación de las mujeres en sus organizaciones y escudriñando sus propuestas, hay posibilidad de crear conceptos y armar perspectivas teóricas y metodológicas para indagarlas en el presente y en el pasado.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo, págs. 127 y 128). Este comentario guarda relación con lo que Barrancos dice al principio del artículo y que tiene que ver con esa capacidad de la historiografía de encontrar y de presentar casos sociales que quedaron silenciados: “[…] las mujeres hemos estado presentes siempre, simplemente, y no podría caber negligencia u omisión hoy día, en la tarea de la historiografía, respecto de la participación femenina desde que el mundo es mundo. [...] la idea de la participación femenina a lo largo de los tiempos es hoy una obviedad. Lo que no fue una obviedad es el registro de esa participación, el reconocimiento de esa participación. Tanto los hechos cotidianos anónimos como los más expectables públicos han quedado en una especie de cóncavo opaco porque ha habido una persistencia, por lo menos historiográfica, en no significar debidamente la participación de las mujeres.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo, p. 117).

Uno de los logros del feminismo es subvertir las lógicas de constitución de lo público como ámbito político propio del hombre y de lo privado como ámbito doméstico propio de la mujer. Lo político no se localiza de una forma esencialista en la esfera pública, ni exclusivamente en los asuntos formales del Estado. Una referencia concreta sobre lo público y lo privado en el trabajo de Barrancos se da en los estudios del anarquismo. Barrancos nota que las mujeres anarquistas, al exigir nuevos derechos como mujeres, trastocan las concepciones tradicionales mencionadas en el párrafo anterior de lo público y lo privado.

El movimiento de mujeres anarquistas lleva a cabo, simultáneamente, una “revolución doméstica” y una “revolución pública”. La separación entre los ámbitos público y privado se localiza, dice Barrancos, en el marco conceptual del siglo XIX, en la emergencia del hombre burgués como hombre público. En relación al hombre burgués, Barrancos destaca dos aspectos: el primero, es la relación dependiente que existe entre revolución íntima y pública. Las revoluciones en la intimidad –dice la autora haciendo referencia a todo un marco literario–, es lo que hace a un hombre público; el segundo, siguiendo las tesis de Richard Sennett sobre los hombres burgueses, es el solapamiento que hacen los hombres, al traer a la vida doméstica el canon de la vida pública basado en la sociedad patriarcal. La construcción de esta separación tajante entre lo público y lo privado de la sociedad patriarcal del siglo XIX, también propia de los contextos latinoamericanos, va a ser cada vez más cuestionada y puesta en evidencia como absurda y desigual. Barrancos sintetiza con el título: “Inferioridad jurídica y encierrro doméstico”, los resultados de esta época decimonónica y de sus concepciones en relación con la mujer:

“Resulta bien conocido que el largo siglo XX significó un retroceso para las mujeres debido, entre otras importantes cuestiones, a la obturación de los derechos civiles […]. La incontable experiencia de la sociedad burguesa coincidió en la minusvalía del sexo femenino, tal vez azuzada por dos grandes ideaciones fantasmales, contradictorias pero sinérgicas para la óptica patriarcal: la incertidumbre acerca de la ingobernabilidad de las mujeres y la certeza de su inferioridad biológica. La atracción mutua de los términos se imponía y el resultado convenció a los varones sobre la necesidad de prevención: igualar a las mujeres frente al derecho era como pedir a la naturaleza que se comportara con sus propias normas.” (en: Barrancos, Inferioridad jurídica y encierro doméstico. Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita, María Gabriela Ini (directoras). Historia de las Mujeres en la Argentina. Tomo I (Colonia y Siglo XIX). Tomo II (Siglo XX). Buenos  Aires, Taurus, 2000, págs. 111-127).

En el caso de la Argentina, en gran medida, esta separación entra en cuestión por las revoluciones y la aparición en la esfera pública de las mujeres anarquistas y socialistas. La gran batalla por la emancipación femenina se produce entre las décadas de 1910 y 1920, gracias a mujeres como Alicia Moreau, Petrona Eyle, Esther Bachofen, Julieta Lanteri, Julia M. de Moreno y Belén Tezanos de Oliver que exigieron derechos civiles en igualdad con los hombres ante las instancias estatales. Barrancos sugiere que a la par de las luchas del proletariado, la batalla feminista podría significar un trastocamiento de las concepciones masculinas mucho mayor: “El cálculo de un orden que devolviera juicio a las relaciones entre las personas sexuadas –esto es, afirmara aun más el proverbial acatamiento femenino– se inscribe en los motivos medrosos de la condición humana masculina bajo la nueva cuadrícula burguesa, y el sometimiento jurídico de las mujeres contesta –y se anticipa– a la posibilidad de una alteración tal vez más radical que la que ya asomaba con las reivindicaciones del proletariado.” (en: Barrancos, Inferioridad jurídica y encierro doméstico).

Las luchas de las mujeres de principios de siglo se centran por lo tanto en la salida de su estado subordinado que las aislaba al ámbito doméstico y las privaba de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. La emancipación femenina se pone en manos, sobre todo, de la petición de derechos: derechos al sufragio, derechos de acceso a la educación, derechos de incursión en el Estado, derechos sobre el propio cuerpo, entre otros. Esta búsqueda de derechos transforma las concepciones decimonónicas de lo privado y lo público. En el caso latinoamericano, son múltiples los ejemplos que muestran la dificultad de separar de forma tajante lo público de lo privado. En este punto, Barrancos alude al caso de Eva Perón y su relación con las mujeres que aún no ha sido debidamente tratado dentro de este marco de lo público y lo privado. En el peronismo, Eva Perón instituye la idea de familia como algo fundamental, pero al mismo tiempo llama a las mujeres a salir a las calles –hay muchas mujeres, dice la autora, que abandonaron sus casas para seguir al peronismo–. Evita apela, para sostener a Perón, a mujeres que se posicionaron contra el peronismo, como la socialista Alicia Moreau de Justo.

Como hecho histórico de la presencia de mujeres en el Estado, también se destaca la entrada de las mujeres en los escaños del parlamento, a partir de 1952. Como se puede ver, dice Barrancos, la situación es muy compleja, es decir, existen múltiples contrariedades como se ve en los casos de Eva Perón y del peronismo, que no permiten seguir las lógicas que excluyen lo político de los ámbitos privados o domésticos.

La crítica feminista no permite establecer lógicas conceptuales esencialistas basadas en estas diferenciaciones de lo público (hombre y político), con lo privado (mujer y doméstico). Cuando Barrancos menciona la necesidad de crear teorías más provocadoras que pongan en evidencia de una forma mucho más clara las particularidades de los diversos contextos, entra a mencionar el caso particular del rol asistencial de las mujeres en la Argentina.

Barrancos establece la hipótesis de que la participación femenina a principios del siglo XX en la Argentina, en cualquiera de estas instancias –reformistas, asistencialistas, sufragistas, o contraconcepcionalistas– produce las bases de lo que llegó a ser, alrededor de los años 1950, el Estado benefactor (ir a la transcripción de la entrevista): “[…] la larga participación de las mujeres en la agitación o en la contención, aportó modelos, tópicos y asuntos fundamentales para la acción del Estado, ya fuera porque generaron leyes de protección a las mujeres, a los niños, a los trabajadores; o porque comprometieran una manifiesta amplitud en el campo de la educación, de la salud, de la previsión, etc.” (en: Barrancos, Presencia de la mujer en las luchas sociales argentinas de principios de siglo. Aportes para una Argentina plural. Archivo General de la Nación, Buenos Aires, 16 de octubre de 1997, p. 127). Ocupar el "lugar de lo público" por las mujeres, un lugar que supuestamente estaba reservado de forma casi natural al hombre, se constituye en uno de los principales logros de la emancipación femenina en el conjunto de la sociedad patriarcal.

En la entrevista se hace referencia a los diversos tipos de movimientos sociales y de movimientos de mujeres. Para Barrancos, los movimientos de mujeres no son necesariamente movimientos feministas. Sin embargo, ambos se corresponden muchas veces en cuanto a los atributos de género, es decir, en hacer visibles la voz y el lugar de las mujeres. Cuando se refiere a los movimientos en general, por ejemplo, al movimiento de los derechos humanos o a los movimientos de luchas por la impunidad, la autora señala que puede existir en momentos determinados una inclusión de las luchas de género en sus causas de mujeres, a pesar de contar con agendas específicas en cuestiones no relacionadas directamente a los asuntos de las mujeres.

En el período de transición entre la dictadura y la democracia, a finales de los años 1970 y comienzos de los años 1980, en países como la Argentina surgen nuevos movimientos sociales que formularon derechos de diverso tipo. En la Argentina, con la recuperación democrática, advienen, además del movimiento por la justicia, por la memoria, por la clausura de impunidad, grupos como los de las Madres de la Plaza de Mayo o las Abuelas de la Plaza de Mayo, que no se autodenominaron feministas, pero que colocaron a las mujeres en la arena pública en una condición excepcional.

Otro movimiento de mujeres en la Argentina que junta y separa aguas dentro del feminismo, como dice Barrancos, es el del feminismo maternalista o el maternalismo feminista. Este movimiento que se apoya en el rol de madre de las mujeres contribuye a crear la base, según la tesis de Barrancos, del Estado de bienestar social, en la medida en que las mujeres exigen derechos de hijos e hijas y de asistencia a la familia, a través de la asignación familiar y del reconocimiento de un salario plus para cada niño. Además de este, está la parte del movimiento de mujeres tiene que ver directamente con los movimientos de las minorías sexuales (movimientos gays, lésbicos, movimiento de las travestis, transexuales), que exigen sobre todo la soberanía del cuerpo y el derecho del ejercicio libre de la sexualidad, y la no discriminación por sexualidad. También se mencionan movimientos de mujeres que se han constituido como parte de los movimientos contra la impunidad, por la violación y asesinato de mujeres jóvenes (el caso del feminicidio en Ciudad Juárez).

Para Barrancos los movimientos de mujeres feministas y los movimientos de las minorías sexuales, que han surgido con mayor fuerza a partir de los años 1990, son los que ponen en evidencia de una forma más clara los atributos de género. En el caso de la Argentina, el hecho de que exista una petición tardía de los derechos del cuerpo tuvo que ver para la autora, con el hecho de que la construcción de la modernización durante el siglo XX, no implicó la construcción de una modernidad subjetiva. La modernización no pudo transformar aspectos de la sociedad patriarcal argentina. La idea de una soberanía del cuerpo, es una construcción reciente, dice Barrancos, y tiene que ver con la soberanía más fundamental que es la de tener un derecho sobre el propio cuerpo.

Para Barrancos el primer reto de la soberanía, es el de la "soberanía sobre el cuerpo", sobre la propia subjetividad. La soberanía en la arena política tiene una dimensión más pequeña frente a la soberanía del cuerpo. La idea de una soberanía del cuerpo para Barrancos es una construcción reciente que ha cobrado mucha fuerza desde los años noventa. Dentro de esta idea de la soberanía del cuerpo, se sitúa la búsqueda de derechos por parte de las minorías sexuales. Para la autora es un hecho ominoso que las personas no puedan tener las identidades que se han forjado y que no puedan tener soberanía sobre sus cuerpos. Esto significa según la autora, seguir en una rémora brutal de un pasado que debe ser transformado. Barrancos sugiere que si se quiere ser fiel al propio dictado liberal se tiene que aceptar que no hay soberanía mayor que la soberanía del propio cuerpo.

Barrancos hace mención a una de serie de aspectos que tienen que ver con el quehacer teórico. En primer lugar, la autora establece un punto de partida fundamental en el abordaje de lo teórico que consiste en comprender que una teoría no sirve universalmente, es decir, una teoría por lo general está interconectada con el contexto del cual ella emerge, por lo tanto, no todos sus principios pueden ser aplicados de forma absoluta a otros terrenos empíricos. Esto implica que la teoría debe trabajarse con mucho cuidado, de la misma forma que el material empírico.

Cuando se investiga un tema, por ejemplo, el tema de las mujeres, se comienza a notar que hay, como dice la autora, muchas categorías de mujeres en cualquier sociedad. De modo que para ella, un aporte de América Latina a las teorías de género vendría dado en la posibilidad de poder establecer una nueva articulación teórica de lo que se puede ver empíricamente, de manera que lo empírico pueda asomar como reto a la cuestión teórica. En América Latina existen de hecho múltiples singularidades empíricas. Por ejemplo, Barrancos hace alusión a los cambios que en este contexto latinoamericano han tenido las categorías de lo público y lo privado, de la participación política, o de las asociaciones de la sociedad civil.

Las diferentes realidades sociales apelan entonces a la posibilidad de producción de nuevas teorías que puedan dar cuenta de esas singularidades. Lo que no imposibilita que una vez producida la teoría se puedan ver por otro lado nuevas singularidades empíricas que antes de la teoría no habían podido ser vistas. Hasta aquí, se pueden observar dos dinámicas teóricas: Existe una teoría a construir luego de que la observación empírica conduce necesariamente a constituir un terreno cognitivo nuevo y existe una teoría ya creada que puede funcionar como reveladora u ocultadora de la singularidad empírica. Una vía para solventar la desproporción que puede existir muchas veces entre las singularidades empíricas y la teoría, para la autora, es la de poder trabajar con grandes marcos teóricos, ya que de esta forma se puede llegar a ver aquello que está apareciendo empíricamente como reto teórico. La observación atenta hacia las realidades empíricas particulares es un paso determinante para la autora. Esta posibilidad de trabajar con las particularidades tiene mucho que ver con el abordaje que Barracos hace de la historiografía.

Como historiadora, Barrancos resalta el hecho de que lo que se hace es una convergencia interesante de motivos, por un lado, contextualizados, y al contextualizarlos se ve que las situaciones son un poco diversas de lo que apuntaban las teorías disponibles, por ejemplo, al contextualizar ciertas teorías podemos notar que hay feminismos que no se consideran feministas, como es el caso del contrafeminismo del feminismo anarquista, pero que aportan la conciencia de una subjetividad femenina y un derecho a ejercer esta subjetividad. Es importante notar que en el contrafeminismo del feminismo anarquista, que relaciona anarquismo y feminismo, se cumple precisamente la tensión entre teoría y realidad empírica de la que nos habla la autora, pues aunque las mujeres anarquistas en la Argentina no se consideraron feministas, su agencia femenina puede ser leída en la actualidad como feminista. Y en este caso el feminismo es comprendido de forma general, como aquel movimiento de mujeres que puede incluir toda la agencia femenina progresista.

No obstante, para Barrancos han existido en América Latina, en los últimos años, en todas las disciplinas, diversas evoluciones teóricas, y no exclusivamente en el campo del feminismo. Para Barrancos, se podría estar construyendo, en algún tiempo, un aporte más original desde Latinoamérica a las teorías, pues lo que hay, dice la autora, es mayormente, todo un campo articulado de singularidades empíricas, es decir, existe ya una buena producción académica que puede conducir a la construcción de una teoría un poco más latinoamericana. La crítica constructiva que Barrancos hace a este campo posible que es el quehacer teórico en Latinoamérica, sería la de no haber producido teorías muy provocativas.

Como conclusión, dice Barrancos, que la teoría, una buena teoría feminista por ejemplo, tiene que conversar siempre con la historiografía, y tiene que conversar desde luego con las diferentes realidades para encontrar las márgenes nuevas en que la propia teoría está en cuestión, pudiendo ser revisada, o incluso aún, pudiendo ser suplantada por otras vertientes teóricas.

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