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Karoline Noack

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Su investigación se centra en regiones andinas, en Perú y Bolivia específicamente, y en los procesos transnacionales ocurridos en México. Uno de los puntos principales son los estudios de género, centrándose en el análisis de la mujer con una perspectiva histórica de las Américas. Además, Karoline Noack analiza históricamente los procesos transculturales y su impacto a nivel continental.

Karoline Noack (17 de julio de 1961, Magdeburgo, Alemania) es antropóloga y etnóloga americanista, especializada en la región andina. Entre 1983 y 1988 realizó sus estudios de etnografía e historia en la Universidad Humboldt de Berlín, y posteriormente en las universidades de Rostock y Leipzig. Luego de la reunificación alemana, la Universidad Libre de Berlín le ofrece un programa especializado en antropología americanista, en el cual Noack obtiene su grado doctoral en 1996 (realizando su trabajo de campo en Perú).

En 2010 obtiene una plaza de profesora asistente en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, como especialista en antropología cultural y americanismo, profundizando sus estudios de las relaciones de género durante la época colonial en Los Andes y de los procesos de transculturalidad, produciendo un trabajo intelectual de gran importancia.

Sus investigaciones abarcan diversas áreas: procesos transculturales, estudios de género, interseccionalidad y zonas de contacto. Desde 2009 es profesora de antropología americanista y etnología en la Universidad de Bonn. En la actualidad sigue desempeñándose como presidenta de la Asociación de Etnografía (Gesellschaft für Ethnographie).

Conceptos trabajados por Karoline Noack durante su carrera académica

La etimología del término agencia proviene de la palabra en latín agentia, que significa efectivo y poderoso. Alrededor de la década de 1650, el término fue considerado como concepto de una operación activa (Online Dictionary Etymology, 2017). Este concepto es uno fluido, dinámico y tiene múltiples dimensiones. Es por esta razón que el término agencia puede ser empleado de manera distinta en las disciplinas académicas. En la antropología, agencia describe a grandes rasgos una acción de poder transformativo.

Cabe señalar, que en el mismo campo de la antropología encontramos distintas definiciones y enfoques aplicables a este concepto, por lo que debido a la amplitud del término, no es posible capturar el concepto en una sola definición. En términos generales, agencia es un componente básico de todos los conceptos que explican, quién o qué dispone, adjudica e influye sobre qué tipo de actuación. Por poder de actuar, se entiende la actuación de individuos en la sociedad y la capacidad de diseñar libremente las propias circunstancias de vida (Niermann et. al. 2012: 9-17). La antropóloga Ortner define agencia como la habilidad de un individuo de cambiar activamente las condiciones estructurales. (Ortner 1984: 126 ff.). La socióloga Ahearn entiende este concepto como una relación entre las estructuras sociales y la transformación social. (Ahearn 2001: 109-137). Emirbayer y Mische asocian los siguientes adjetivos con el término agencia: auto referencia, motivación, decisión, elección, intención, iniciativa, libertad y creatividad (Emibayer, Mische 1998: 962). Giddens asume que “the notion of agency has reference to the activities of an agent […] the concept of agency […] relates directly to the more generalized notion of praxis. […] It is a necessary feature of action that, at any point in time, the agent could have acted otherwise.” (Giddens 1979: 55f.). Todas estas definiciones tienen un factor en común, la conexión entre el poder y el potencial de un individuo para tomar decisiones libres como actor principal. El concepto de agencia no solo se ejecuta a través de las acciones de un individuo, sino también en la comunidad, los cambios y reformas en estructuras sociales. Según Turner, agencia es un conjunto de individuos que actúan juntos y a través de esto, fortalecen vínculos en la sociedad. (Turner, 1969: 96 ff.).

En los estudios de género, el concepto de agencia resulta fundamental para analizar el entramado de relaciones que ocurren tanto en la sociedad, como en la identidad individual. Este concepto hace especial énfasis en la interacción de factores como la clase, la raza y el género. Karoline Noack tematiza el termino agencia investigando sobre los contextos coloniales y las posibilidades de participación e interacción activa de las mujeres. Reconoce agencia también como actitudes, de interrelación (Noack, Dresler 2007: 12).

El término Celestina hace referencia a la obra literaria Tragicomedia de Calisto y Melibea, popularmente conocida como La Celestina. Se atribuye esta obra a Fernando de Rojas, aunque han sobrevivido varias versiones que se presumen de distinta autoría. Todos los manuscritos datan de finales del siglo XV, siendo la primera edición en 1499.

La obra narra cómo el joven Calisto, proveniente de una familia adinerada, se enamora perdidamente de la joven doncella Melibea. Ella rechaza su amor porque Calisto lo expresó de forma inadecuada; y ante el rechazo, Calisto recurre a los servicios de Celestina, una vieja herbolaria, hechicera y alcahueta. A cambio de dinero, Celestina ofrece emplear su conocimiento sobre las debilidades humanas y sus artes hechiceras para doblegar la resistencia de Melibea, y así lograr que esta se entregue a Calisto. La obra termina de manera trágica con el asesinato de Celestina, la muerte accidental de Calisto y el suicidio de Melibea. La obra constituye una advertencia contra la pérdida de la moral que producen las pasiones, particularmente el deseo sexual desenfrenado.

En el ensayo de Karoline Noack La Celestina ante la justicia: Un breve esquema de la sociedad colonial en Trujillo, (Perú), S.XVI, la autora discute la denuncia criminal contra la partera Catalina Rodriguez en 1566. Pedro Velázquez, procurador del caso, presentó una denuncia ante Lope García de Castro, gobernador del Virreinato del Perú y presidente de la Real Audiencia, donde acusa a Catalina de hechicera y de practicar el negocio ilícito de la alcahuetería. Noack señala que una particularidad de este caso es cómo uno de los testigos emplea una cita de la obra literaria para fabricar una acusación criminal: “anda como una Celestina por las calles y de casa en casa” (Noack, 2001:74). El procurador también realiza una referencia directa a la obra (utilizando una imagen de un emplaste de higos que Celestina se aplica en la cara) para describir como Catalina simula estar enferma. De esta manera, el procurador hace uso del imaginario que se tiene en la época de las parteras y hechiceras, fuertemente arraigado al personaje literario de la Celestina, y que resulta epítome de la hechicería sexual.

El término etnicidad denomina el fenómeno de la adscripción, tanto propia como ajena, del cual son partícipes grupos de personas a partir de características socioculturales compartidas. Junto con otras categorías de identidad, como el género o la raza, la etnicidad es uno de los criterios de diferenciación sociocultural, en cuyas intersecciones el sujeto es constituido. En la década de 1960, el término etnicidad pasó a substituir el término de cultura en los discursos antropológicos; siendo esta substitución una expresión de la tendencia a distanciarse de un entendimiento de la cultura esencialista y de enfocar los procesos de construcción y autodefinición de grupos sociales. A partir de la década de 1990, el término ha ganado presencia en discursos y prácticas políticas, sociales y académicas.

Al emplear el término de etnicidad, Noack enfatiza el hecho de que este no es una categoría fija, preestablecida e impermeable, sino que debe ser entendido siempre como el resultado de procesos regionales, culturales e históricos específicos. En sus investigaciones sobre las sociedades coloniales de América Latina, Noack analiza cómo el uso de la categoría de etnicidad, al igual que otras categorías de identidad como “raza” o “color”, era, contrario a lo que comúnmente se asume, flexible, estratégico y se negociaba en estrecha relación con el estatus económico y social de las personas. La adscripción étnica de una persona podía, por ejemplo, cambiar o desaparecer a partir del matrimonio. En cuanto a la etnicidad como categoría de identidad, Noack resalta que ésta no se debe tratar nunca de manera aislada, sino siempre en el contexto de su interseccionalidad con otras categorías.

Partiendo de la teoría de las “ideas peligrosas“ (“Gefährliche Ideen“) del antropólogo Eric R. Wolf, Noack considera que etnicidad es un término peligroso que debe emplearse con mucho cuidado, sobre todo en el contexto de investigaciones sobre épocas históricas. Noack sostiene que trabajar con la categoría de etnicidad es problemático, debido a la imposibilidad de los investigadores de desvincularse de su posición en el presente y de los procesos socio-políticos que experimentan. Es por ello que cualquier definición de identidad étnica que se establezca parte necesariamente de su entendimiento en el tiempo presente. Refiriéndose a las investigaciones históricas sobre la época colonial, Noack advierte del peligro de “volver a colonizar la época colonial” al utilizar conceptos de etnicidad preestablecidos desde nuestro momento histórico actual.

La interseccionalidad es un término empleado desde la década de 1990 en el ámbito de estudios de género, utilizado en jurisprudencia al permitir la descripción de las múltiples identidades de un individuo y el análisis de las dinámicas socioeconómicas que resultan de la convergencia de identidades.

La teoría de interseccionalidad es un intento de poner de manifiesto las experiencias multidimensionales de la discriminación, creando una base argumentativa para hacer frente a las fuerzas que actúan en diferentes niveles de influencias. El feminismo negro, siendo Sojourner Truth una de sus grandes exponentes con su canónica investigación crítica sobre las mujeres y la raza ¿No soy yo una mujer?, inicia la discusión sobre las diferentes categorías que rigen un proceso de exclusión. Truth cita en la Convención de Mujeres de Ohio en 1851 a una esclava africana, que fue excluida de la lucha emancipatoria por la igualdad debido a su color de piel. Las críticas feministas negras de comienzos de la década de los setenta abogaron por el concepto de hermandad global, para concienciar sobre las diferencias de clase y posición social, a las que se encuentran sujetas las personas que no son blancas y que no pertenecen al género masculino.

El debate de la interseccionalidad no implica emplear un discurso de víctima; impresión que se puede generar, porque este se enfoca en analizar posiciones socialmente marginadas. Por el contrario, intenta poner de relieve la variedad de factores que inciden en la discriminación y la exclusión de las personas.

El término de transculturación fue creado por el antropólogo cubano Fernando Ortiz en los años 1940 y se enmarca en la escuela funcionalista de antropología, fundada por Bronislaw Malinowski. La transculturación procura encontrar una explicación para la dimensión cultural de procesos migratorios en la sociedad cubana, enfatizando la reciprocidad de encuentros culturales que a la vez son conflictivos y asimétricos, sobre todo para la cultura “receptora“ (1983:98,102). Según Ortiz, la transculturación suele ocurrir a través de procesos migratorios, políticas de poder oficial o por la influencia de los medios de comunicación (1983:101). Se diferencia del concepto aculturación, ampliamente usado en la antropología cultural estadounidense de aquel entonces.

“Entendemos que el vocablo transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana acculturation, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial desculturación, y, además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse de neoculturación.” (1983: 90)

El concepto de la transculturalidad resurge a partir de la crítica de conceptos clásicos de cultura, en referencia a Johann Gottfried Herder (siglo XVIII). Formulada por Wolfgang Welsch por primera vez en 1991 (2009:2), este sociólogo alemán parte de la idea de que las culturas contemporáneas son marcadas por una diversidad de posibles identidades y entiende por transculturalidad un modelo de cultura permeable construido por múltiples entrelazamientos y penetraciones (2009:5). La transculturalidad actúa tanto a nivel macro (en las culturas siendo híbridas en si mismas) como micro (en los individuos) (2009:3, 5).

El término zona de contacto fue introducido por la investigadora canadiense Mary Louise Pratt en su texto Arts of the Contact Zone publicado en 1991 por la Modern Language Association. Con el término zona de contacto, Pratt se refiere al espacio de los encuentros coloniales en el que individuos separados por geografía e historia entran en contacto entre sí y establecen relaciones de poder asimétricas y permanentes, en las que generalmente prevalecen la coerción, la desigualdad y el conflicto (Pratt, 1991).

El concepto sirve para cambiar el lugar desde dónde se piensa, para ubicar la investigación en el lugar de contacto y ofrece la posibilidad de pensar desde lugares no-europeos, como por ejemplo Latinoamérica o Àfrica, donde los europeos llegaban a las zonas de contacto.

En el trabajo de Karoline Noack, el concepto de la zona de contacto juega un papel importante como categoría teórica para analizar procesos de transformación cultural junto al concepto de la transculturalidad de Fernando Ortíz. Ella aplica el concepto en su trabajo al contexto de la sociedad colonial latinoamericana.

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