En 1970, un gran terremoto en la región Ancash, Perú, produjo la muerte de 70 mil personas y provocó una avalancha que sepultó por completo la ciudad de Yungay. Esta catástrofe fue considerada como la peor tragedia producida, hasta ese momento, por un fenómeno natural en el hemisferio oeste. Ante la emergencia, el Estado peruano desplegó toda su capacidad de asistencia inmediata en auxilio de las zonas afectadas. Rápidamente, este terremoto tuvo una enorme cobertura en la worldwide mass media, lo que impulsó el desarrollo de impresionantes redes de colaboración para traer ayuda al Perú. Para esta misión se manifestaron diversos actores de la sociedad nacional un enorme despliegue de solidaridad internacional que permitió el desarrollo de rápidas acciones de rescate, remoción de escombros y socorro a más de 150 mil damnificados; así como los posteriores proyectos de reconstrucción y rehabilitación de prácticamente todos los asentamientos urbanos y ciudades que fueron devastados. En ese sentido, la ayuda humanitaria se convirtió en la variable que le otorgó el carácter de ‘global’ a esta tragedia local y fue el escenario de actuación de diversos personajes políticos, comunidades en todo el planeta, el desarrollo de agencias activas, flujo de capital y recursos de emergencia, múltiples discursos, etc., todo ello en medio de la turbulenta coyuntura mundial de la Guerra Fría. La presente investigación propone analizar la dimensión de un ‘momento global’ para este acontecimiento, debido a la movilización que se desencadenó en todo el planeta, así como el protagonismo de los diferentes actores de estas ‘redes globales’ que se van a establecer con dicho sismo. En definitiva, una catástrofe de tales dimensiones creó un desequilibrio económico y social que midió el pulso de la capacidad de respuesta del Estado peruano, situación que no hubiese podido ser controlada sin el tipo de ‘ayuda humanitaria’ que se va a comenzar a desarrollar en el mundo a partir de la década de los 70s.