Vida cotidiana
De Barbieri logra conceptualizar la vida cotidiana en el marco de la teoría sociológica de género (13): “Fue una estrategia de investigación porque yo tenía que ubicar el hacer a lo largo del día y quería saber cómo era que el trabajo doméstico organizaba o no, la vida cotidiana de la mujer. Cuán importante era en la vida cotidiana. Yo no había leído nada hasta ese momento sobre vida cotidiana, entonces llegando a México, me encontré con los libros de Anne Heller, que me ayudó mucho para entender lo que es la vida cotidiana de la vida histórica, de las situaciones no cotidianas de la vida, y por ahí más o menos me fui” (13).
Al privilegiarse “los aspectos públicos y de la producción la historia” dirigida a reconstruir aspectos del pasado, se “ha dejado de lado cuestiones tales como la crianza y educación de niños, el lugar de la familia, los sentimientos y afectos dominantes, etc.; es decir, aquellos aspectos de la vida en los que tradicionalmente las mujeres han tenido un espacio destacado” (1983: 10). Estas son principalmente las diferencias entre vida histórica y vida cotidiana: “Las problemáticas estudiadas eran aquellas en las que los varones han sido cuantitativamente más importantes: la producción de bienes y servicios, la participación sindical y política, los partidos, etc. Procesos tales como el mantenimiento de la vida humana y la reproducción de la fuerza de trabajo fueron negados como procesos de trabajo y si se les aceptaba como tales, no se veía la necesidad de indagar en ellos y en sus agentes” (págs. 9-10).
Por lo tanto, la vida cotidiana adquiere una importancia dentro de la evaluación del trabajo de la mujer y del trabajo doméstico como trabajo socialmente necesario dentro de la división social del trabajo, en el que lo relativo a la reproducción y la supervivencia de las personas quedaba marcado como tareas secundarias dentro de la sociedad liberal y capitalista, y como parte de la división dicotómica que estableció entre lo público y lo privado: “La vida cotidiana es un ámbito muy interesante porque está estructurada de fuera. Y al mismo tiempo, estructura la vida de las personas. Es decir, hay determinantes de clase del tiempo histórico en el que se vive, que se reflejan en la vida cotidiana, que se expresan en la vida cotidiana. Pero al mismo tiempo, uno ve cómo por ejemplo la división del trabajo organiza la vida de las mujeres y de los hombres. Principalmente de las mujeres” (14).
Referencias bibliográficas
Teresita de Barbieri: Prólogo, en: Catalina Wainerman, Elizabeth Jelin y María del Carmen Feijoó (eds.). Del deber ser y el hacer de las mujeres: 2 estudios de caso en Argentina. México, El Colegio de México/PISPAL, 1983, p. 9-14.