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Margen

Una de las referencias centrales que nos permite abrir una genealogía sobre el margen es el texto del filósofo argelino-francés Jacques Derrida: Marges de la philosophie, publicado en París por Minuit, en el año 1972. (La primera traducción al castellano, Márgenes de la filosofía, fue realizada por Carmen González Marín y publicada en el año 1988, en Madrid por Ediciones Cátedra). Derrida se pregunta en el primer apartado del libro titulado: Tímpano, si este texto filosófico que escribe puede convertirse en el margen de un margen. Si es así el margen pasaría a ser una reserva inagotable. Derrida nos dice que “más allá del texto filosófico, no hay un margen blanco, virgen, vacío, sino otro texto, un tejido de diferencias de fuerzas sin ningún centro de referencia presente (...)”. (J. Derrida, Márgenes de la filosofía. Madrid, Ediciones Cátedra, tercera edición, 1998, p. 30).

En la presentación del libro en castellano, la traductora, González Marín, introduce un apartado titulado: El margen y el texto. Allí menciona dos cuestiones con respecto al margen: en primer lugar, la lectura deconstruccionista o deconstructiva permite dudar del hecho de que el significado del texto sea precisamente lo que se está proponiendo. Por lo tanto, llevar a cabo este tipo de lectura consiste en prestar atención a las zonas marginales o suplementarias del texto, por ejemplo, las notas al pie de página, los trabajos considerados pocos relevantes, todo aquello que queda expulsado del cuerpo central: tanto lo visible, como lo invisible. En segundo lugar, el interés por la marginalidad en Derrida, dice la autora, es una señal de la indecidibilidad acerca del espacio donde hallar la verdad, o el sentido y no meramente un deseo filológico de rastrear en lo desapercibido. No se trata de establecer una conversión de lo marginal en central, pues el centro y el margen se manifiestan en definitiva en un único territorio, el de la textualidad. (C. González Marín, Márgenes de la filosofía, tercera edición, 1998, págs. 10 y 11).

Para Belausteguigoitia, el margen se constituye en un lugar estratégico tanto de posición y de análisis, como existencial. El margen crea un espacio extra-límite que se extiende siempre en los bordes o más allá de ellos. Del margen se derivan unas lógicas propias de actuar que pueden ser asumidas como formas de resistencia. Por lo tanto el margen conforma un espacio epistemológico en el que se producen nuevas formas de identificación del margen y de lo marginal. En los márgenes se mueve el sujeto marginal que es definido como el otro. Por ejemplo: se puede estar en los márgenes de la Academia, en los márgenes de las disciplinas o desplazarse al margen del margen (no estudiar a Virginia Woolf o a Rosario Castellanos, sino a sus nanas o criadas).

El concepto de margen en Belausteguigoitia tiene mucho que ver con el modelo deconstruccionista planteado por Derrida, pues como la lectura deconstruccionista o deconstructivista, la posicionalidad en los márgenes va creando y multiplicando otros espacios de conocimiento que no se sustituyen unos a otros, sino que se superponen o se mantienen estableciendo diferencias y lecturas múltiples. La dinámica del margen es buscar el otro del otro. En la Academia, consiste en poder extender las disciplinas y los temas logrando conexiones con otras disciplinas o con otras perspectivas, mezclando y contaminando, como hace Belausteguigoitia, y extendiendo la teoría, o desjerarquizando y desobediendo los cánones, para obtener nuevas lecturas e interpretaciones complejas de los fenómenos.

Belausteguigoitia lee el margen como lugar de resistencia. En los márgenes se localizan los sujetos que no pueden articularse o representarse. En los márgenes se localizan también otras formas de representación, como las máscaras y las posdatas, que han sido expulsadas de los centros. De los márgenes surgen entonces un sujeto subalterno o un sujeto de la resistencia y otras formas de representación, mediadas por distintos traductores y visualizadas a través de diversas estrategias.