Violencia
Con relación a la violencia, indica Henríquez: “En nuestro abordaje sobre la violencia hemos optado por una perspectiva desde el común de las gentes, en particular, desde las mujeres. Las mujeres tienden a la “invisibilidad” no sólo en la práctica social y política sino en la enfermedad, el dolor, la angustia.” (Henríquez 1991: 14).
En el caso del Perú, en los ochenta, al mismo tiempo que se conformaba el Frente Izquierda Unida, Sendero Luminoso comenzaba sus acciones armadas: “El año 1980 es el año en que por primera vez hay voto universal en el país. La población analfabeta, mujeres campesinas la mayor parte de ellas, vota por primera vez en el Perú, y es ese año en que se inician las acciones armadas de Sendero Luminoso en el Perú, y parte de su campaña era “no votar”. El que votaba, le podían cortar un dedo. Se quemaron ánforas e hicieron muchas cosas de ese estilo.” (1)
Entre finales de los ochenta y principios de los noventa, el tema de la democracia “ingresa como una nueva forma de ver el problema de la democracia en las relaciones personales varón-mujer, en la casa, que no haya violencia doméstica, todo el debate para promover leyes de la no violencia contra la mujer.” (6). En este momento de revalorización democrática, se toma en cuenta lo que las mujeres están planteando: “La revaloración de la democracia tiene que ir junto con lo que pasa en la familia, con lo que pasa en la casa y esto comienza a permear el espectro político también de los partidos tradicionales. Y las mujeres de los partidos tradicionales, liderezas que surgen, comienzan asimilar el discurso de los derechos de las mujeres. Entonces a fines de los noventa se discute el tema de las cuotas y todos los partidos van respaldar el plantearse cuotas para las mujeres, y después, de todo lo que había pasado con la resistencia de mujeres de base populares, porque la sociedad peruana es muy elitista. De modo que la clase política se percibe como muy distante de la realidad de las mujeres del mundo de estratos más empobrecidos. A pesar de eso hay una sintonía en que debe reconocerse que hay que abrir espacios como las cuotas como mecanismo de discriminación positiva para las mujeres y yo también suscribo esa posición. A mi me interesa mucho la relación entre reconocimiento de las mujeres, pero también la justicia social. En un país como el Perú esta es un poco mi posición como académica y política.” (6)
El concepto de la violencia no sólo se relaciona en el trabajo de Henríquez como forma de violación de la libertad de los cuerpos y violación sexual, sino también, como violencia social generalizada, en la que se incluyen los temas de la subordinación, la exclusión y la discriminación, así como el tema de la invisibilidad de las mujeres. Dentro del proceso de recuperación del sujeto luego del conflicto armado, la autora destaca el hecho de que además de la toma de la palabra y de la producción de testimonios por parte de las víctimas del conflicto, también hubo un silencio que no sólo caracterizaba el dolor o el sufrimiento que se pudo vivir, sino también el miedo al señalamiento y a la estigmatización social: “Bueno, efectivamente, las mujeres no hablaban de ellas mismas, sino de lo que les había pasado a sus familiares, a sus esposos, a sus hermanos presos y no hablaban de lo que a ellas les había pasado. Parte del trabajo de la comisión tuvo que ser cómo conocemos lo que está pasando con las propias mujeres y ese equipo de género que trabaja con la red de la Comisión de la Verdad trata de introducir esta sensibilidad de tratar de que las mujeres hablen lo que les pasó a ellas. Ahora en el caso de la situación de Perú, la mayor parte de las personas víctimas y afectadas eran quechuahablantes o aymaras, ya que también había una tradición de un silencio sobre su situación para no hacer… Consideraban que su dolor no era tan grave o agudo como el de sus familiares, y por lo tanto, no le daban importancia o consideraban que eran temas que no había que hablar, o que podían ser estigmatizadas por sus comunidades. De hecho, en muchas comunidades prefieren no hablar del asunto, de las mujeres que fueron violadas. Había muchos elementos que aún ahora hacen compleja la situación. Esta recuperación del lado más íntimo, más privado de la violencia sexual, ha sido muy difícil; y numéricamente, son pocos los casos, pero son muy detallados, muy importantes, y además documentados, no sólo con el testimonio de las mujeres, sino en algunos casos con el testimonio de los propios agentes militares, militarizados.” (8)
En el caso de concreto de la violación de los cuerpos: “Hay un caso que yo mencioné y en ese informe está, en el Informe de la CVR que son los poblados de Manta, Vilca y Huancavelica, que son poblados donde las bases militares duraron como catorce años, y hay por lo menos treinta niños producto de violación en esa zona, que no han sido registrados evidentemente por sus padres, que no son reconocidos. Es un pueblo donde hay mucho dolor, porque las mujeres no quieren hablar de sus historias, y se han ido del pueblo. Hay dificultad en la recuperación de la memoria. La organización de los Derechos Humanos sigue trabajando y sigue encontrando casos. Hay un caso paradigmático que se presentó en la audiencia pública de mujeres que era una joven estudiante de la Universidad de la Cantuta, violada reiteradas veces en un sitio de prisión por los soldados. Ella fue a la audiencia pública con su hija. Es un caso que la Comisión ha recomendado para ser sometido a juicio, es decir, para que haya un juicio y se castiguen a los culpables. Pero ella ya no ha continuado con el juicio, porque le da seguramente mucho dolor, así que es muy difícil el tratamiento de estos casos.” (8)
De la misma forma no sólo existen registros de la violación a las mujeres, sino también a los varones: “Ha habido violencia sexual con varones, está al menos documentación. Ha habido violencia sexual en el caso de la mutilación de parte de Sendero, que me parece que era simbólica para feminizar al vencido antes de asesinarlo. Ahí no hay tantos testimonios. En otros casos que están menos documentados, pero tampoco hay mucha disposición para hablar de parte de los varones.” Asimismo se han registrado casos de violencia por homofobia. (8)
El estudio de la violencia también debe tener en cuenta la relación entre los prejuicios, la violencia y el autoritarismo. (10). La destrucción de cuerpos y de sujetos de derecho, apunta directamente al hecho de la crisis democrática, en la que se configuran identidades escindidas, produciéndose una débil integración nacional: “la recesión económica desde 1975 y el período de hiperinflación y shock desde 1988; la crisis política vinculada a la falta de legitimidad de las instituciones políticas, la corrupción y la crisis de paradigmas.” (11)
A manera de conclusión: “Los datos sobre violaciones de derechos humanos son abrumadores. Cada cifra es un rostro, una persona concreta de carne y hueso. Entre sectores sociales como mujeres y campesinos que tienden a la “invisibilidad” por un poco de contacto con el estado, su débil noción del “derecho”, es probable que se omitan y se silencien muchos atropellos.” (Henríquez 1991: 14). Se observa cómo en el enfoque de la autora se produce la relación entre violencia y la invisibilidad de las mujeres que no sólo incluye la falta de participación o la ausencia de derechos, sino el papel central que tiene la mujer para la reconstrucción de la memoria colectiva y la lucha democrática.
Referencias bibliográficas
Narda Henríquez: Introducción, en: Narda Henríquez y Rosa María Alfaro (comps.): Mujeres, Violencia y Derechos Humanos. Madrid/Lima, Lepala/Calandria, 1991, p. 10-22.