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Estrategias femeninas

Al año siguiente de la rebelión zapatista fue publicada una interpretación de esta rebelión realizada por Belausteguigoitia, con el título: “Máscaras y posdatas: estrategias femeninas en la rebelión indígena de Chiapas”. (en: Debate Feminista, año 6, vol. 12, 1995). Belausteguigoitia llama estrategias femeninas al uso de máscaras y posdatas en el zapatismo. El concepto de estrategias femeninas, como uso académico-político de la feminidad, pasa a ser extensión de los conceptos de las "estrategias de ser de la subalternidad" y de las "tretas del débil" que planteó Josefina Ludmer.

Tanto las máscaras como las posdatas son estrategias marginales y ex-céntricas. Al usar máscaras, los zapatistas invierten sus usos tradicionales patriarcales, y en vez de producirse el efecto común de las máscaras como control, privilegio, travesía o camuflaje, se genera más bien un juego de reflejos y sombras que la autora relaciona con lo femenino. La autora vincula el uso de las máscaras con lo escénico y lo escénico con lo femenino por ser tanto lo escénico como lo femenino, lo difícilmente nombrable.

Las posdatas son aquellas notas marginales que quedan fuera del texto central de la carta. Las posdatas son, como las máscaras, un performance de lo que no puede ser acomodado, más que en el lugar del resto. En ambas estrategias, tanto en las máscaras como en las posdatas, se dan las dificultades de la representación del otro. El otro no puede representarse por entero, sino de forma fragmentada y mediada.

En el caso del zapatismo, el uso de las máscaras como estrategia, redobla el hecho de tener o no tener un rostro, de ser visible o no para toda una nación. Los indígenas, dice Belausteguigoitia, se han quedado sin rostro para los registros en que quieren ser vistos y oídos, es decir, para las leyes y para la nación mexicana. Al contrario, en sus pueblos, en su vida cotidiana, sus rostros son visibles.

Por su parte, las posdatas redoblan el hecho de los mensajes. Primero, Marcos leía el cuerpo central del comunicado, es decir, todo lo que el Comité Clandestino Revolucionario Indígena quería comunicar, luego, leía las posdatas para emitir breves mensajes a diferentes sujetos. Para hacer hablar al otro, dice la autora, hay que diseñar estrategias especiales y recurrir a múltiples recursos. El indígena, pudo ser percibido, gracias al uso de un tipo de violencia, pero no de la violencia militar o de la violencia física, sino de la violencia epistémica o violencia simbólica.

Por el tipo de escenificaciones que se llevaron a cabo, y con el uso de las más avanzadas técnicas del performance, los zapatistas lograron mediar la causa indígena y hacerla tanto visible como audible. Según la autora, el movimiento zapatista logra distinguirse de los clásicos movimientos latinoamericanos de izquierda maoístas, trotskistas o marxistas por dos razones principales: por la inclusión de las mujeres y por la utilización del Internet. Los zapatistas logran darle voz a los sin voz. Sin embargo, en relación con las mujeres indígenas, la autora plantea una serie de preguntas que dejan en cuestión el éxito de la mediación de Marcos o del EZLN para la causa de las mujeres indígenas.

Belausteguigoitia se pregunta por el tipo de estrategias que se necesitan para poder representar a las mujeres indígenas de la forma más acorde con sus verdaderas necesidades. Para la autora, una posible respuesta para una mediación exitosa, está en la creación de agentes múltiples o de sujetos de colaboración múltiple, como pueden ser los sujetos del feminismo y del antiracismo transnacional. En este punto, la autora retoma su idea del trabajo en cooperativa o en colaboración que debe producirse entre los movimientos sociales, para llevar a cabo las luchas sociales. Para negociar la voz y la demanda del otro son muchos tipos de sujetos, instancias, organismos, los que tienen que estar presentes: la academia, los estudiantes, la municipalidad, el gobierno.

Las estrategias femeninas definen entonces no el tipo de estrategias de los sujetos femeninos sino un tipo de estrategias constituido por el uso de lo que se considera lo femenino como extensión de lo subalterno, lo marginal, lo otro, lo ex-céntrico. Las máscaras y posdatas como estrategias femeninas del zapatismo, son formas de representación de la otredad, de los sujetos subalternos o de los sujetos de la resistencia.