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La honra de la mujer

La honra es un elemento constitutivo para la diferenciación de los roles de género en Latinoamérica. Dos aspectos son claves para este concepto; por un lado, la moralidad, sinceridad e integridad de una persona en particular, y por otro lado la clase y origen de nacimiento a los que se atribuía una honra superior. Clases sociales más elevadas se consideran con más honra que clases sociales bajas. Las razones de este sistema se explican por una sociedad de castas y el dogmatismo de la limpieza de sangre.

La reputación, posición social y honra de una mujer se definían casi exclusivamente por su conducta sexual, de forma inversa a la hora de un hombre. Dependiendo de su clase social, la mujer disfrutaba de una mayor o menor permisividad respecto a su conducta. Las virtudes de la honra femenina, es decir de “una mujer honrada”, eran la sumisión hacia los hombres, sobre todo el marido y a los hombres de su familia, y la continencia de impulsos sexuales. Independientemente de su estado civil y de su clase, a una mujer se le exigía fidelidad y sumisión a su pareja.

Complementaria a la honra personal, está la honra familiar, otorgada desde el nacimiento (por estatus social), y que podía ser perjudicada, por ejemplo, por un embarazo extramatrimonial, causando “manchas” en la reputación de la mujer y de su familia. En este caso, la honra no solo era aplicable a individuos, sino que se entiende como un concepto colectivo: para conservar el reconocimiento y respeto social era indispensable proteger la honra de la familia.