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Institucionalización

Con este concepto la autora se refiere a los mecanismos de legitimación producidos por las distintas sociedades. En el caso del género, Rott apunta al papel de organismos internacionales los cuales han proporcionado mecanismos de legitimación para mejorar las condiciones desfavorables de la vida de las mujeres. En contraparte, Rott ha mencionado como consultora de las políticas de desarrollo llevadas a cabo en los países del tercer mundo, que en muchos casos, estas políticas no han considerado las demandas de las mujeres y las transformaciones de la sociedad gracias a estas demandas, como parte del concepto de desarrollo.

La problemática femenina, dice la autora, ha sido institucionalizada en Europa Occidental y también en organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. Estos organismos establecieron por un lado, un imaginario de la opinión pública, por el otro, aplicaciones en la práctica en la forma de políticas de desarrollo. En los años setenta, por ejemplo, no existían todavía mujeres en posiciones directivas. En este campo de derechos laborales para las mujeres jugó un papel determinante en Europa Occidental la creación de la OIT (oficina del trabajo en Ginebra), que desde los años ochenta, saliendo de la tradición europea, fue la primera organización internacional que consideró fuertemente a las mujeres.

No obstante, el mayor impacto de esta institucionalización de la problemática femenina la han tenido, según Rott, las décadas mundiales de la mujer, que se establecieron por primera vez en México, en el año 1975. A estos encuentros asistían delegaciones políticas y miembros de distintas organizaciones no gubernamentales (ONGs). Por ejemplo, Rott menciona que fue crucial el trabajo de lobby que se hizo en los años ochenta para que siguiera en la agenda de discusión el tema de las políticas poblacionales. Como consecuencia de las conferencias mundiales de la mujer muchos gobiernos crearon los ministerios de la mujer. Estas organizaciones oficiales generaron un estrato de representantes femeninas y también un nuevo mercado de trabajo de tipo intelectual y político.

Rott apunta numerosas veces a la cuestión de la retórica y la práctica. En comparación al imaginario de opinión pública que se ha generado a partir de las organizaciones internacionales, los Estados, a través de las leyes, van modificando las concepciones sociales, pero sin que esto corresponda a un cambio directo en la vida. En el caso de América latina, dice Rott, la retórica está ampliamente generalizada. Las constituciones son casi perfectas y a estas alturas casi todas ellas han trabajado ya sobre los artículos discriminatorios frente a la mujer.

La institucionalización comprende por lo tanto varias formas de mecanismos de legitimación social que incluyen no sólo cambios en las agendas económicas y políticas, o cambios conceptuales donde se modifica –el caso de las constitucionaes y leyes–, lo moral, es decir aquello que debe ser considerado bueno o malo por una sociedad, sino procesos de negociación entre las distintas instancias de poder. Para que se establezcan cambios de mentalidades y prioridades sociales, todo depende, dice Rott, de la capacidad de imposición de ciertos actores que tienen acceso a recursos sin importar de que tipo, intelectual, mental, financiero, o que cuentan con contactos dentro de un partido, en una empresa o en los medios de comunicación masiva