Feminismo
El feminismo en el Perú, señala Henríquez, fu visto, en un primer momento, como un factor trasgresor, una rebelión, y como una “reivindicación de las mujeres” (1). Ya en una segunda etapa, en los ochenta, el feminismo toma un papel activo político con un discurso más elaborado (2). En años posteriores, en una fase posterior del movimiento feminista, ya en los noventa, se da un reconocimiento de una instancia de lo político a nivel amplio y un reconocimiento de la diversidad. (3)
La autora Julia Kristeva, resume las tres generaciones en las luchas del feminismo contemporáneo: “la primera, volcada a la búsqueda de la igualdad con los hombres. Una segunda generación de radicalización que exaltó la diferencia y, finalmente, una tercera que, entre otras cosas, criticaba la universalidad de una diferencia radical entre los sexos e incorporaba el concepto de relaciones entre hombres y mujeres, para comprender el género.” (Henríquez 1995: IX)
En el Perú, destaca Henríquez: “Nuestro punto de partida, desde el activismo y desde la academia, fue visibilizar a las mujeres. Esto se sustentaba no sólo en un gesto elemental de justicia sino en una necesidad epistemológica: contar con el aporte al conocimiento que nace desde la “experiencia” del ser mujer.” (ibídem).
Como parte de la historia del feminismo en el Perú, surgen las primeras organizaciones feministas alrededor de los años setenta y ochenta, se funda Alimuper, como una de las primeras organizaciones que plantea el tema del aborto y que al mismo tiempo hace oposición a la cosificación de la mujer, al tratamiento de la mujer como objeto. Posteriormente surgen Manuela Ramosy Flora Tristán. Henríquez trabaja directamente en la fundación deFlora Tristán, pero concentrándose no propiamente en la institucionalización del feminismo, como indica en la entrevista, sino en la vida intelectual por un lado, y en la participación política en el Frente Izquierda Unida, por el otro. Henríquez se distancia, y esto lo ve para su caso, como una posición minoritaria, de este momento del feminismo en el que para las activistas feministas existe una separación entre su activismo y el trabajo en los partidos políticos. Henríquez se incluye, no en un partido político, sino en el frente que reúne los sectores políticos de la izquierda, para participar con una mirada feminista, pero incluyendo todos los temas, procesos y problemas de la sociedad: “Mirándolo como analista, como académica, yo entendía el proceso de maduración y crecimiento del feminismo que ha cambiado, porque ahora se ha vuelto mucho más múltiple, con un reconocimiento de la diversidad, de lo que en los años 1980-1985 era. En América Latina, sobre todo, hay mucha más apertura y tolerancia del feminismo de lo que había en los ochenta. En los ochenta había mucho más la tendencia a ser mucho más coordinado, con liderazgo más conocido, y ahora hay más reconocimiento de la diversidad, que es un poco donde yo actualmente me defino como una “feminista del umbral.” (2)
Hacia fines de los ochenta, Henríquez pasa del trabajo del movimiento de mujeres y de establecer planteamientos sobre el “sujeto mujeres”, a diferenciar el movimiento amplio de mujeres del feminismo: “El feminismo era una parte de ese movimiento, pero no es el todo.” En este momento la autora define el feminismo como una corriente cultural: “Me doy cuenta que el feminismo es principalmente una corriente cultural, lo defino como una corriente cultural y voy afirmando hacia fines de los ochenta y comienzos de los noventa, que el feminismo es una corriente cultural y que es un sujeto activo en la vanguardia.” (2)
Henríquez considera que el conocimiento que el feminismo le aporta a las mujeres es un conocimiento general de la condición humana y no particular de la mujer o de las relaciones de pareja: “entonces, me hace falta tener más elementos conceptuales para poder expresar mejor lo que los cambios de la presencia de mujeres suponía sobre la condición humana y cómo eso no sólo era un problema de relaciones entre varones y mujeres, o de identidades (femenino-masculino, feminidad-masculinidad), sino como eso entra a formar parte de estructuras e instituciones. Creo que siempre he tenido esa preocupación de comprender estos cambios como parte de cuestiones sistémicas o institucionales, que tienen que ver con el ordenamiento social y no sólo con las relaciones de pareja.” (2)
Con relación a las etapas y al proceso de maduración del feminismo en el Perú, la autora presenta como un primer momento del feminismo la entrada del tema de la subordinación de la mujer. Luego, el feminismo plantea el problema del Estado laico y la píldora del día siguiente.
Sobre lo que pasa con la familia, el discurso conservador ha expuesto que tanto el feminismo como Los Estudios de Género se posicionan contra la familia. Henríquez apunta al problema de que ha existido muy poca investigación en relación con la familia. No obstante, el feminismo “ha desarrollado un trabajo bastante elaborado sobre la relación entre el Estado y la Iglesia. Entonces, hay un debate en este momento en los últimos años ya más allá de lo del conflicto armado, hay un debate con el resurgimiento de la Iglesia conservadora y de sectores del Opus Dei en el Perú, respecto de la relación entre el Estado y las Iglesias. Ya no de la Iglesia Católica sólo, sino de las Iglesias. Y claro, en el caso del Perú, es un país que ha tenido una tradición católica muy fuerte. Pero yo diría que el común de las gentes toma su catolicismo con bastante flexibilidad, no como la jerarquía de la Iglesia Católica lo define. Y entonces, la Iglesia es el pueblo en lugar de la jerarquías. Esa distancia en el Perú funciona. Pero como hay un sector conservador ahora que está tratando de que sus planteamientos sean los que prevalezcan, ha sido muy fuerte el debate en torno a la relación con el Estado. El Estado laico es un tema que el feminismo está planteando, y en torno al problema de la píldora del día siguiente, del uso de la píldora del día siguiente. El sector conservador de la Iglesia plantea que es una píldora abortiva. Entre el gobierno anterior y este gobierno, los ministros de salud que han tenido más influencia, pues han sido suficientemente serios para documentar que esto se trata de algo científicamente probado, sobre los efectos más bien de prevención y no tanto de abortivos respecto de la píldora del día siguiente. Y hasta ahora en el Perú, se ha aceptado como parte de la política de salud el uso de la información y parangones que requiera la píldora del día siguiente.” (9)
Por la década de 1990, se pasa entonces al planteamiento de los derechos sexuales y reproductivos, incorporando la economía y los derechos sociales. En esta última etapa, se produce el encuentro entre la academia y el feminismo a través de los Estudios de Género. Se conforma aquí una red más compleja que incluye la ciudadanía, los derechos sociales, sexuales y políticos, la revalorización de la democracia y el estudio de la familia. En los noventa, además, se implementa la cuota de participación como un mecanismo de discriminación positiva para las mujeres. Se plantea la relación entre el reconocimiento de las mujeres y la justicia social, así como se intentan generar condiciones para ejercicios de libertades. (6)
El feminismo en el Perú comienza, dice Henríquez en la entrevista, “con un pie alto, como decimos, contra lo que representaba la masculinidad y los varones. Pero fue cambiando, porque no se trataba simplemente de una polarización varón-mujer, sino de comprender cómo estas relaciones forman parte de un mundo cultural y social.” (3). El tener que abordar las relaciones dentro del mundo cultural y social, lleva a la autora a profundizar en torno a las nociones de género: “Entonces, las nociones de género entre fines de los ochenta y comienzos de los noventa me permiten una mayor elaboración de líneas de interpretación o fuerza interpretativa. Entonces, no es ya el sujeto mujeres o el feminismo, sino una perspectiva de análisis, lo que los Estudios de Género me permiten construir. Una perspectiva de análisis que para unos tiene manuales y códigos muy precisos, y para mí, es la perspectiva que tengo que elaborar cada vez que voy trabajando algo. Y si creo reconocer que el género puede ser una categoría de análisis o una perspectiva de análisis, me permite, me da mucha base teórica y metodológica para la búsqueda de las cosas concretas que yo tengo que hacer. (3)
Como conclusión, con relación al feminismo, Henríquez destaca como su principal logro, el haber podido calar y adentrarse a través de sus luchas y planteamientos en el sentido común: “Debemos señalar como uno de los grandes logros del feminismo del siglo XX el haber colocado temas y problemas en los debates y agendas que permean el sentido común. Un ejemplo de ello es el tratamiento de la no violencia contra la mujer. ¿Será suficiente para afirmar que las mujeres aparecen como una fuerza social demandante de un nuevo pacto social? El camino hasta ahora recorrido por organizaciones de los derechos humanos, movilizaciones de base, organizaciones de los derechos humanos, movilizaciones de base, organizaciones feministas así lo sugieren, a nivel internacional.” (Henríquez 2003:18)
Con relación a la trayectoria de Henríquez como feminista, la autora se observa como una “feminista del umbral”. Esta noción implica dentro de su trayectoria, haber asumido una posición de mediación o interpelación en la lucha por la igualdad social y la democratización de la sociedad, entre las diversas propuestas que incluyen las del movimiento feminista y las producidas en diversos ámbitos o espacios de acción, como los de los sectores políticos y la política estatal, en el trabajo de recuperación de la sociedad peruana luego del conflicto armado, o los de los del movimiento amplio de mujeres y movimientos de resistencia y de base, los de la sociedad civil, entre los que se incluyen la lucha por el aprendizaje y la formulación de los derechos para las mujeres, y por los derechos humanos en general.
Referencias bibliográficas
Narda Henríquez: Ciudadanía y derechos en una nueva Era: Los Derechos Económicos y Sociales de las mujeres como desafío. Lima, CLADES, 2003.
Narda Henríquez: Presentación, en Narda Henríquez y Maruja Barrig (comps.): Otras pieles. Género, Historia y Cultura. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1991, p. IX-XV.