Sujetos transnacionales (las chicanas)
En los Estados Unidos, las chicanas son las mujeres nacidas en este país o emigradas de descendencia mexicana. Entre los años 1960 y 1970 las chicanas denunciaron su lugar discriminado dentro de la sociedad americana. Por el hecho de pertenecer también a otras culturas, en su caso concreto, a la mexicana, eran tratadas de forma desigual. Las mujeres chicanas han sido activistas sexuales y feministas. Ellas se han definido como bilingües, lesbianas, bisexuales o transexuales y no como puramente mexicanas o puramente norteamericanas.
Las chicanas podrían ser para el contexto norteamericano o mexican o latin-americans, sin embargo, ellas han logrado construir una identidad cultural más específica que traspasa las fronteras nacionales de Estados Unidos y México. Las chicanas recrean regiones anteriores a las naciones actuales, por ejemplo la de Aztlán, así como se apropian de los principales estereotipos femeninos de la identidad nacional mexicana como la Malinche, la Virgen de Guadalupe o la Llorona y de figuras como Frida Kahlo o Sor Juana Inés de la Cruz. Algunas de las escritoras y artistas chicanas más reconocidas son: Norma Alarcón, Cherrie Moraga, Gloria Anzaldúa o Yolanda López.
Para Belausteguigoitia las chicanas son 4 cosas: nuevas malinches, mujeres migrantes o fronterizas, sujetos de la licencia, sujetos trans. En el artículo: “Las nuevas Malinches. Mujeres fronterizas”, publicado en el año 2004, Belausteguigoitia retoma los dos paradigmas centrales de la identidad nacional mexicana femenina: la Malinche (la rajada) y la Virgen de Guadalupe (la sacrificada), y muestra como las chicanas reinterpretan ambos mitos, apropiándoselos y constituyendo una nueva identidad transnacional. En relación al nombramiento de las chicanas como nuevas malinches, Belausteguigoitia se pregunta hasta qué punto las nuevas malinches están traduciendo los dos mundos culturales sin traicionarlos.
Un texto fundacional para la revisión del lugar de las traductoras/traidoras de las chicanas has sido: Esta puente mi espalda de Cherrie Moraga y Gloria Anzaldúa, publicado en 1985. Este texto, dice la autora: “se refiere a los puentes que las mujeres fronterizas o migrantes crean con sus lenguas y sus espaldas, al trabajar intensamente para que las culturas, sexos, géneros y naciones diferentes puedan entenderse y convivir.” (en: Belausteguigoitia, Las nuevas Malinches. Mujeres fronterizas. Nexos, febrero, 2004, págs. 29 y 30).
Las chicanas son sujetos migrantes o fronterizos, por los que puede circular lo mexicano en Estados Unidos o viceversa. Al apropiarse de los mitos, estereotipos y lograr con ellos nuevas representaciones, las chicanas, se convierten para Belausteguigoitia en "sujetos de la licencia". Ellas mismas dialogan con figuras canonizadas como Octavio Paz o Sor Juana Inés de la Cruz, estableciendo sus propias lecturas e interpretaciones. La Malinche, el estereotipo de la traidora y de la rajada, las refleja y la representa. Al mismo tiempo, a través de esta representación se crea un espacio de resistencia en donde se transforma en positiva, la connotación negativa que había adquirido en el espacio nacional el ser bilingüe como la Malinche, o ser bicultural, transexual, etc.
Belausteguigoitia se refiere a las chicanas como sujetos que al ser lo que son, es decir, transculturales, se les abre de por sí un espacio de representación dentro de la globalización. Las chicanas son sujetos transnacionales que ya no pueden identificarse con la cultura nacional como cultura excluyente de lo otro. Ellas pueden servir de puente tanto a lo mexicano como a lo americano, pero al mismo tiempo, constituyendo algo nuevo que no es ni lo uno ni lo otro. Las nuevas malinches se han valido de múltiples estrategias para dar a conocer y defender su propia subjetividad que incluye tanto aspectos de la cultura mexicana como aspectos de la cultura estadounidense. Las chicanas han encontrado que su déficit, dice la autora, que es hablar un español mezclado, se convirtió en un momento político, en su estrategia. Entonces, justamente, lo que las oprimía que era ser mexicanas y hablar un mal español y un mal inglés, se ha convertido en lo que más les empodera frente a la cultura dominante.