Springe direkt zu Inhalt

Traducción/traición

Es un paradigma relacionado con la imposibilidad de traducir literalmente sin producir distorsiones o variaciones en los contenidos y formas. Siempre que hay traducción, dice Belausteguigoitia, hay un tipo de traición, porque no existe la literalidad y las narraciones que rodean lo que quieres decir pueden de alguna manera oscurecer el lenguaje original.

Hay múltiples tipos de traductores. La Malinche, en el contexto mexicano, por ejemplo, es el paradigma de la traducción/traición. La Malinche se convierte en esta figura silenciada que tuvo que traicionar para poder ser, pues mientras más fuertes sean las fronteras y más remarcadas, más grande será vista la traición. La Malinche fue interpretada desde el paradigma nacional como “la chingada” o la traidora por haber hablado la lengua del conquistador y por haber creado una descendencia con él. Se entiende que la nación se definió a partir de la identidad y la diferencia, de los “unos” homogéneos y de los “otros” homogéneos. Bajo estas valoraciones no caben los sujetos diversos.

La Malinche está mediada, dice la autora, por múltiples interpretaciones: por la de Bernal Díaz del Castillo, por la de los nacionalistas, los revolucionarios, las feministas, o por la de las lesbianas. En este punto, Belausteguigoitia se propone comprender todas estas interpretaciones, además, incluyendo la interpretación que las chicanas y las mujeres indígenas hacen de la Malinche, para mostrar, que por el contrario a antiguas interpretaciones negativas como las que entran dentro del paradigma nacional, la figura de la Malinche ha ayudado a estos sujetos femeninos a conformarse como subjetividades diferentes y les ha permitido moverse en diversos contextos tanto nacionales como transnacionales. La Malinche se convierte en hallazgo, dice la autora, en un territorio lingüístico, donde las experiencias de las chicanas o de las mujeres indígenas y su lengua y lo que quieren decir, toma una buena forma de reciclarse y de capturarse, de estructurarse y de salir. La Malinche es una gran mediadora y eso lo toman las chicanas para configurar un nuevo sujeto transnacional.

Con respecto a las chicanas, Belausteguigoitia se pregunta hasta qué punto ellas están traicionando al intentar traducir las lenguas y las culturas de Estados Unidos y México. Para la comunidad mexicana: “Las mujeres migrantes hacia Estados Unidos son consideradas traidoras pues el contacto con la vida cultural en ese país interviene en sus cuerpos y en sus lenguas de manera tal que cuando regresan “no son las de antes”; son malhabladas, “deslenguadas”, han perdido el pudor de vestir y contaminan la lengua nacional con el inglés. En una palabra han dejado de ser mujeres mexicanas. (en: Belausteguigoitia, Las nuevas Malinches. Mujeres fronterizas. Nexos, febrero, 2004, págs. 28-30)

Pero la autora invierte este paradigma de la traducción/traición al estudiar un texto fundacional para la revisión del lugar de las traductoras/traidoras del norte: Esta puente mi espalda de Cherrie Moraga y Gloria Anzaldúa, publicado en 1985, se refiere a los puentes que las mujeres migrantes crean con sus lenguas y espaldas, “al trabajar intensamente para que las culturas, sexos y géneros y naciones diferentes puedan entenderse y convivir (…). Estos textos son un intento por “traducir” las formas en que la modernidad, la nación y la familia han traicionado a las “mujeres subalternas de color”. El binomio traducción/traición se invierte y son las “mujeres pobres y de color” quienes denuncian las formas en que han sido traicionadas por la familia, la sociedad y la nación.” (en: Belausteguigoitia, Las nuevas Malinches. Mujeres fronterizas. Nexos, febrero, 2004, págs. 29 y 30).

Con respecto a otra figura de la traducción, el subcomandante Marcos, la autora la define como sitio de mediación. La autora se refiere a dos etapas de Marcos: un primer Marcos que es mediador de los indígenas y de las mujeres indígenas; y un segundo Marcos que es dispositivo de rebeldía contra el mercado o contra cualquier tipo de dominación. Un “sujeto de la mediación”, según la autora, es un sujeto que hace de lugar de la mediación para que los mensajes de los “sin voz” pasen y se hagan visibles y audibles. Este sujeto que hace de “lugar de enunciación” puede crear un espacio desde el cual hablan y se escuchan múltiples voces. Marcos como mediador da lugar a espacios epistemológicos, que son espacios de creación del conocimiento de las mujeres, o que pueden ser espacios políticos y cotidianos donde se representan los distintos sujetos marginados.

Marcos, dice Belausteguigoitia, a partir de las posdatas, que son líneas de traducción, le habla a múltiples sujetos: a las amas de casa, a los estudiantes, a los indígenas de otras naciones. Él es, concluye la autora, un políglota en español que habla hacia las diferentes otredades: habla a los chicanos, a los gays, a las lesbianas, a las mujeres, y logra traducir las formas de opresión indígenas para que se hagan visibles en la sociedad.

Una segunda etapa de Marcos es la global. En esta etapa el traductor se toma licencias interpretativas y comienza a tener problemas con la causa indígena. Se sabe, dice la autora, que hubo muchas decisiones en el zapatismo, inclusive en el CCRI (Comité Clandestino Revolucionario Indígena), sobre el por qué Marcos se toma licencias de traductor, licencias lingüísticas y licencias interpretativas. Aquí hay una forma de traición. Como también hay otra forma de traición en su alianza con el ETA, pues se traiciona los movimientos sociales no armados y no violentos. No obstante, según la autora, Marcos podría volver a desplazarse, pues como lugar, puede constantemente diseñar nuevos centros de gravedad.

Para Belausteguigoitia el sujeto de la traducción siempre es un sujeto de la resistencia. La traición es una acción positiva si la puede realizar el sujeto subalterno o aquel sujeto que presta su cuerpo, su lugar, para que otras voces puedan pasar a través de él. Hay que tomar siempre en cuenta, dice la autora, que el traductor al traducir traiciona. Pero la traición puede leerse según los grados de distorsión que la traducción produce de la voz del otro. El otro puede verse y escucharse, así como puede quedar totalmente excluido en la traducción. Por otra parte, la traición es muchas veces necesaria, pues si no se traiciona, la lógica de la pureza de determinados territorios como los de la nación, los de las disciplinas o los del género, bloquea el paso de visibilidad de las voces y discursos, en general, las representaciones del otro.